Artículo de opinión: Las ambiciones de Europa en el Indo-Pacífico necesitan una estrategia coherente

Artículo de opinión: Las ambiciones de Europa en el Indo-Pacífico necesitan una estrategia coherente

La UE y sus estados miembros han hecho un reclamo en el Indo-Pacífico, pero sin coherencia ni compromiso, su influencia sigue a la deriva.
La fragata de la marina alemana Bayern atracó en Tokio en noviembre de 2021. (ZapperSiR/Alamy Stock)

Durante la última década, la Unión Europea y sus estados miembros han ampliado constantemente su enfoque en el Indo-Pacífico, reconociéndolo como un escenario clave donde se remodelan el orden global, los flujos económicos y las normas de seguridad. Francia, Alemania, los Países Bajos y la UE han revelado estrategias para el Indo-Pacífico, y los despliegues navales europeos en la región se han vuelto cada vez más rutinarios.

Sin embargo, la creciente presencia de Europa corre el riesgo de no cumplir su promesa. La ausencia de una narrativa unificada debilita su voz, lo que deja a los socios de la región preguntándose si el compromiso europeo es más simbólico que sustantivo.

Para tener éxito, Europa debe cerrar la brecha entre ambición y capacidad, anclando sus iniciativas en coherencia estratégica, recursos creíbles y asociaciones que fortalezcan genuinamente el orden regional.

La claridad estratégica es fundamental para el éxito de la UE en la región del Indo-Pacífico

Pero la ausencia de una narrativa unificada obstaculiza la voz de Europa. Francia enfatiza la soberanía y la presencia regional como potencia residente, Alemania enfatiza el orden basado en reglas y el multilateralismo, mientras que la UE enmarca su enfoque en torno a la “cooperación, no la confrontación”. Tal pluralismo refleja la diversidad de Europa, pero corre el riesgo de incoherencia a los ojos de los socios del Indo-Pacífico que valoran la coherencia y la credibilidad.

Si Europa no explica lo que realmente quiere hacer (por ejemplo, luchar contra la coerción en el Mar Meridional de China, ayudar a sus socios a fortalecer sus armadas o estar preparada para responder juntos en una crisis regional), entonces sus esfuerzos parecerán más gestos que compromisos serios.

La claridad estratégica no significa una alineación total entre los 27 estados miembros de la UE, pero sí requiere identificar denominadores comunes y establecer objetivos alcanzables.

De los despliegues simbólicos a la presencia sostenida

Los despliegues navales de los Estados europeos (por ejemplo, la fragata francesa Surcouf que navegará por el Mar de China Meridional en 2021, la fragata alemana Bayern que visitará puertos en Japón, Corea del Sur y Singapur, o la fragata holandesa Tromp que se unirá a los buques estadounidenses y japoneses en 2024) han sido demostraciones visibles de solidaridad con socios regionales como Japón, Corea del Sur, Australia y los Estados de la ASEAN frente a la creciente asertividad marítima china y el Norte. Provocaciones coreanas. Sin embargo, estas misiones ocasionales de “mostrar bandera” son insuficientes para influir en el equilibrio estratégico.

Para tener éxito, Europa debe institucionalizar su presencia de manera que los actores regionales puedan confiar. Esto podría tomar la forma de despliegues navales rotativos, patrullas conjuntas con socios regionales o participación regular en ejercicios multilaterales como el RIMPAC. La iniciativa Presencias Marítimas Coordinadas (CMP) de la UE, que ya está activa en el Golfo de Guinea, ofrece un modelo.

Extender el CMP al Indo-Pacífico, comenzando por el Océano Índico o el Mar de China Meridional, permitiría a Europa proyectar continuidad sin extender demasiado los escasos recursos navales.

Sin esos esfuerzos sostenidos, Europa corre el riesgo de ser recordada por gestos episódicos en lugar de contribuciones duraderas.

La UE debe establecer asociaciones, no alternativas

Europa nunca igualará el poder militar de Estados Unidos en el Indo-Pacífico, ni debería aspirar a hacerlo. El valor de Europa reside en reforzar las alianzas y asociaciones que ya sustentan la seguridad regional.

Al alinearse con el sistema de centros y radios de Estados Unidos (anclado en alianzas con Japón, Corea del Sur, Australia, Filipinas y vínculos de seguridad con Taiwán), Europa puede fortalecer la credibilidad de la disuasión en la región sin tener que crear redes propias duplicadas.

Al mismo tiempo, las asociaciones con potencias medias afines –como Japón, Corea del Sur, Australia, India y Taiwán– permiten a Europa ampliar su papel más allá de simplemente “seguir a Washington”.

Por ejemplo, la profundización de la cooperación en materia de seguridad de Corea del Sur con la UE, que se formalizó en la Asociación de Seguridad y Defensa de 2024, demuestra que Europa puede desempeñar un papel significativo. El trabajo conjunto sobre concienciación sobre el dominio marítimo, resiliencia cibernética y aplicación de sanciones contra Corea del Norte ilustra cómo Europa puede complementar, en lugar de competir, con las alianzas estadounidenses.

De manera similar, la cooperación con la ASEAN en materia de creación de capacidad y con Australia en materia de resiliencia de la industria de defensa mejora el perfil de Europa al tiempo que atiende las necesidades locales. La clave es la humildad y el pragmatismo: Europa no debe presentarse como un socio que añade profundidad a la arquitectura de seguridad regional, ni como una alternativa a las garantías estadounidenses.

La seguridad económica como seguridad estratégica

La región del Indo-Pacífico no es sólo un teatro militar: es un centro de comercio global, cadenas de suministro de tecnología y rutas energéticas. Para Europa, asegurar el Indo-Pacífico es inseparable de asegurar la resiliencia económica. La reciente dependencia excesiva de Europa de la energía rusa debería servir como advertencia contra la dependencia excesiva de los mercados y cadenas de suministro chinos.

El éxito en el Indo-Pacífico requiere que Europa invierta en seguridad económica: diversificando cadenas de suministro críticas, construyendo infraestructura digital resiliente y promoviendo altos estándares en comercio e inversión.

El Acuerdo de Asociación Económica UE-Japón, el Acuerdo de Libre Comercio UE-Corea del Sur y las conversaciones en curso con los países de la ASEAN no son sólo acuerdos comerciales sino también herramientas estratégicas. Vincular los marcos económicos con las iniciativas de seguridad garantiza que el compromiso de Europa tenga intereses tangibles para los socios regionales.

Navegando la rivalidad entre Estados Unidos y China

Un desafío crítico es cómo se posiciona Europa en medio de una rivalidad cada vez más intensa entre Estados Unidos y China. Washington espera que Europa se alinee más explícitamente con su estrategia del Indo-Pacífico, mientras que Beijing advierte contra la “interferencia externa”.

El éxito de Europa residirá en alinearse firmemente con los principios del derecho internacional y las vías marítimas abiertas, sin aparecer como una mera extensión de la contención estadounidense.

Si Europa no logra mantener este equilibrio, corre el riesgo de distanciarse de los socios regionales que buscan autonomía para sortear la rivalidad entre las grandes potencias.

Invertir en capacidades y voluntad política

Las ambiciones de Europa en el Indo-Pacífico dependerán de los recursos. Los despliegues navales requieren barcos, tripulaciones y presupuestos, activos que ya están al límite por los compromisos de la UE en el Mediterráneo, el Báltico y el Mar Negro. Sin inversiones creíbles, la agenda europea del Indo-Pacífico corre el riesgo de ser descartada como turismo estratégico.

La voluntad política es igualmente crucial. Se debe persuadir a los públicos y parlamentos europeos de que el Indo-Pacífico es parte integral de la propia prosperidad y seguridad de Europa, y no una distracción de los desafíos apremiantes en Ucrania o Medio Oriente.

La pandemia reveló la fragilidad de las cadenas de suministro: las interrupciones en el Estrecho de Taiwán o el Mar de China Meridional afectarían directamente a las economías europeas. Los formuladores de políticas deben comunicar esta realidad claramente si esperan que los contribuyentes financien misiones remotas.

Una visión realista del éxito

Europa no puede transformar el orden del Indo-Pacífico, pero puede desempeñar un papel significativo si basa sus ambiciones en el realismo y la coherencia. La claridad estratégica, la presencia sostenida, las alianzas sólidas, los vínculos entre la seguridad económica y los recursos creíbles forman en conjunto las condiciones para el éxito.

El compromiso de Europa debe juzgarse por si contribuye a preservar las rutas marítimas abiertas, defender las reglas, apoyar a los socios y fortalecer los lazos de seguridad transatlánticos y transregionales, no por si iguala el poder de fuego de Estados Unidos o supera el alcance de China.

Si Europa cumple en estas áreas, su compromiso con el Indo-Pacífico reforzará su credibilidad como actor de seguridad global. No hacerlo condenaría a Europa a ser una voz marginal, presente en la retórica, ausente en la realidad.