El Patriarca Latino de Jerusalén encabezó el domingo una procesión navideña hacia la ciudad de Belén, en la ocupada Cisjordania.
La procesión fue mucho más pequeña que en años anteriores, y el cardenal Pierbattista Pizzaballa sólo estuvo acompañado por algunos monjes franciscanos y un puñado de otros creyentes.
Pizzaballa es el máximo representante de la Iglesia católica en Israel, Jordania, los territorios palestinos y Chipre.
Belén suele ser visitado por decenas de miles de peregrinos internacionales en Navidad. Este año apenas ha habido llegadas.
El turismo representa el 70% de la economía de la ciudad de Cisjordania, la mayor parte del cual es estacional y está relacionado con la peregrinación navideña. Los funcionarios locales dicen que más de 70 hoteles en Belén se han visto obligados a cerrar, dejando a miles de desempleados.
La economía del territorio también se ha visto afectada por la cancelación de permisos de trabajo para los palestinos por parte de Israel después del ataque de Hamas del 7 de octubre.
Navidad en Belén sin fiestas
En noviembre, los jefes de las iglesias de Jerusalén decidieron que no habría decoraciones navideñas en Tierra Santa debido a la guerra entre Israel y Hamás.
“Este año, sin árbol de Navidad y sin luces, sólo hay oscuridad”, afirmó el monje franciscano vietnamita John Vinh, citado por la agencia de noticias AP.
La procesión comenzó en la Puerta de Jaffa de la histórica Ciudad Vieja de Jerusalén.
La misa de medianoche se celebra en la histórica Iglesia de la Natividad de Belén, considerada el lugar del nacimiento de Jesús en la tradición cristiana.
Este año faltaba el gran árbol de Navidad que suele verse delante de la iglesia durante el Adviento.
De camino a Belén, la procesión se detiene en la Tumba de Raquel, un santuario venerado por cristianos, judíos y musulmanes.
sdi/dj (dpa, AP)