Conozca al caricaturista político que está reventando la burbuja de Bruselas

Conozca al caricaturista político que está reventando la burbuja de Bruselas

Preguntas y respuestas con el autor de ‘La Torre de Babel’, una nueva novela gráfica que expone el funcionamiento interno de la UE.

Antoine Angé se hizo un nombre en Francia después de infiltrarse en las campañas electorales de 2017 de varios partidos políticos locales y publicar caricaturas sobre sus observaciones en las redes sociales bajo el alias Kokopello.

En la actualidad, el francés de 32 años es un dibujante político consagrado y en mayo publicó una novela gráfica centrada en el funcionamiento interno de la Unión Europea, justo a tiempo para las elecciones europeas de principios de junio. Bolígrafo y cuaderno en mano, Angé se sumergió en la burbuja de Bruselas durante 18 meses para La Torre de Babel: viaje al corazón de Europaque consigue ser a la vez educativo y lúdico.

Con una mirada aguda y un toque de humor, Angé permite a los lectores acercarse a los eurodiputados, comisarios, ministros y periodistas. Levanta el telón sobre las instituciones de la UE y nos lleva a Bruselas (junto con muchos otros lugares, como San Francisco y ciudades de Albania y Ucrania) mientras aborda temas políticos como el cambio climático y la inmigración.

Estudiaste cine. ¿Cómo surgió tu interés por la política?

Mi interés se despertó en 2016, cuando Donald Trump ganó las elecciones en Estados Unidos y se produjo el Brexit en Europa. Formo parte de una generación para la que las redes sociales juegan un papel importante y vi que tenían mucha influencia en el proceso, como en el caso de Cambridge Analytica. Sentí que había un filtro entre las redes sociales y los ciudadanos, y una brecha cada vez mayor con el mundo político. No quería que me engañaran. Fue entonces cuando decidí infiltrarme en los partidos políticos franceses y verlo todo desde dentro.

Para La Torre de Babelse necesitaba el permiso de los funcionarios para acceder a los edificios de la UE. ¿Eso facilitó o dificultó las cosas?

En las instituciones de la UE no se puede entrar como ciudadano corriente. Yo mismo tuve dificultades para acceder a veces, porque no soy periodista y no tengo carné de prensa. En el Consejo (Europeo), por ejemplo, tuve la suerte de encontrarme con un italiano cuyos hijos adoran las novelas gráficas y que me hizo entrar. El hecho de estar oculto y en el anonimato es interesante, porque la gente presta menos atención a lo que dice. Si les das un micrófono, se muestran mucho más estoicos. Yo seguía teniendo bastante libertad, porque ellos no desconfiaban de un autor de novelas gráficas. A menudo se nos percibe como pequeños dibujantes que hacen cosas agradables, como Astérix o Tintín. Los políticos no necesariamente nos prestan atención y tienden a olvidar que hay un texto que acompaña a nuestros dibujos.

Usted se subió a las limusinas de los comisarios y obtuvo acceso a las negociaciones del Consejo. ¿Cómo lo logró?

El Ministerio de Asuntos Exteriores francés me ayudó mucho, ya que conocía mi trabajo anterior y mi tono, que no es mezquino y ofrece otra forma de ver la política. Me dijeron: “Europa es muy desconocida para los ciudadanos; vamos a ayudarte a que veas todo lo que sea posible”. También ayudó el hecho de que los cómics políticos están creciendo enormemente en Francia. Es parte de la cultura abrir la puerta a los dibujantes. Incluso hay una credencial especial para (nosotros) en la Asamblea Nacional. La mayor dificultad para mí fue que en otros países no es así. Algunos se negaron porque no tenía tarjeta de prensa y no entendían lo que quería. Pero los comisarios –(Thierry) Breton y (Frans) Timmermans, por ejemplo– fueron sensibles a este enfoque y aceptaron rápidamente.

En su novela aborda mucho más que la burbuja de Bruselas. ¿Fue algo planeado?

Para mi primera novela gráfica sobre la Asamblea Nacional, estuve viajando entre París y las regiones francesas. Me pareció interesante mostrar ambas perspectivas y conectarlas con ejemplos (del mundo real). También hablé con un periodista alemán que había estado cubriendo la Unión Europea durante 17 años. Me dijo que si realmente quería entender la UE, tendría que hablar con más nacionalidades e ir también a las capitales, donde la UE mostrará una cara diferente. La UE sigue siendo una burbuja donde los que saben cómo funciona todo se comunican entre sí. También quería salir de la burbuja e incluir las voces de los ciudadanos.

La Torre de Babel
En mayo, Antoine Angé lanzó una novela gráfica centrada en el funcionamiento interno de la Unión Europea.

Al principio del libro mencionas las opiniones antieuropeas que encontraste en Francia. ¿De dónde crees que viene ese euroescepticismo?

Nací en 1991, después de la caída del Muro de Berlín. No conocía una Europa dividida en dos. Y no veía los grandes logros de la UE. Cuando uno se adentra en su historia –la idea europea de la paz– se da cuenta de que es algo absolutamente asombroso. Al mismo tiempo, la gente no ve los logros concretos de la UE. Cuando hay algo positivo, los gobiernos lo reivindican; y cuando ocurre algo negativo, la culpa es de Bruselas. Pero si empezáramos a observar más de cerca el funcionamiento de esta Unión Europea, nos daríamos cuenta de que son los Estados miembros los que mandan. No hemos explicado lo suficiente a la gente cómo funciona la UE. La narrativa es que es una máquina fría y compleja que de todos modos no se entiende. Intento luchar contra eso con esta novela gráfica.

¿Cuál fue tu impresión inicial cuando entraste por primera vez en la burbuja?

Cuando fui a la Asamblea Nacional, sabía exactamente a dónde ir. Conocía las caras y los lugares de la televisión, las diferentes salas, dónde se desarrollaban los acontecimientos. En Bruselas, fue una experiencia muy diferente. Me sentí completamente perdida. No conocía a las personas ni los edificios; nunca los había visto en la televisión. No me resultaba familiar. No sabía en absoluto a dónde ir, a quién encontrar, quién era importante. Hubo un momento en el que pensé que no era para mí, que era demasiado técnico, demasiado complejo. Pero al final, no es tan difícil.