Los gobernantes talibanes de Afganistán logran victorias diplomáticas y consolidan su poder

Han pasado tres años desde que el gobierno talibán gobierna Afganistán y ha logrado algunas victorias diplomáticas al tiempo que ha consolidado su poder y aplicado su estricta versión de la ley islámica.

Los gobernantes talibanes siguen actuando sin el reconocimiento oficial de ningún país, y sus restricciones a las mujeres son un importante punto de conflicto.

Pero la preocupación por el empeoramiento de la crisis humanitaria en Afganistán, la amenaza del terrorismo y un pragmatismo estricto han llevado a cierto compromiso internacional.

El ejemplo más notable fue la participación del gobierno talibán, por primera vez, en las conversaciones organizadas por las Naciones Unidas en Qatar, en junio, para discutir cuestiones económicas y esfuerzos antinarcóticos.

El portavoz principal del gobierno talibán, Zabihullah Mujahid, que encabezó la delegación, dijo que la reunión era una prueba más de que: “Afganistán ha salido del aislamiento”.

“Estamos a favor de reuniones positivas, con la condición de que se tenga en cuenta la situación de Afganistán”, declaró a la AFP en una entrevista reciente antes del tercer aniversario esta semana de la recuperación del poder por parte de los talibanes.

Las conversaciones siguieron adelante después de que Kabul obtuviera el acuerdo de la ONU, que ha calificado las restricciones a las mujeres en Afganistán como “apartheid de género”, de que la sociedad civil y los grupos de derechos de las mujeres no asistirían.

Obaidullah Baheer, nieto del ex señor de la guerra Gulbuddin Hekmatyar y académico afgano, dijo que participar en las conversaciones era un “enfoque inteligente”.

“La comunidad internacional no puede resolver el problema de los derechos de las mujeres. Lo que puede hacer es intentar crear un entorno” para estabilizar gradualmente la economía en Afganistán, afirmó Baheer.

“La estabilidad económica trae naturalmente consigo algún tipo de apertura para la política también.”

La seguridad es una “prioridad”

Las autoridades talibanes, que siguen presionando para llenar el asiento de Afganistán en la ONU, también están forjando lazos regionales.

“Actualmente, tenemos muy buenas relaciones con los países vecinos, regionales y musulmanes”, dijo Mujahid, y agregó que alrededor de 40 países tenían embajadas o consulados en Afganistán.

Aunque las embajadas occidentales en Kabul han estado cerradas durante tres años, Pakistán, China, Rusia, Irán y las repúblicas de Asia Central han establecido relaciones diplomáticas de facto con Kabul.

Rusia también se prepara para eliminar a los talibanes de su lista de organizaciones terroristas, mientras que Pekín ha nombrado a su primer embajador en Kabul desde la toma de poder.

Los temores por la creciente amenaza a la seguridad que supone la rama del grupo Estado Islámico en la región, conocida como Provincia Khorasan del Estado Islámico, también han estimulado el compromiso.

La semana pasada, la ONU advirtió que el EI-K representaba la mayor amenaza terrorista externa para Europa y estaba creciendo en fuerza.

Mujahid insistió en que la amenaza del EI estaba siendo exagerada.

“Hemos reducido el fenómeno del ISKP a casi cero”, declaró a la AFP.

Tras derrocar al gobierno respaldado por el extranjero y poner fin a su insurgencia de 20 años, los gobernantes talibanes han hecho de la seguridad una de sus principales prioridades.

‘Diálogo’

Las autoridades talibanes todavía destinan una gran parte del presupuesto nacional a la seguridad, a pesar de que Afganistán ya no está en guerra y su economía se encuentra en graves dificultades.

Y aunque los afganos pueden alegrarse de la recuperación de la seguridad tras más de 40 años de conflictos sucesivos, muchos tienen dificultades para alimentarse y se ven sometidos a restricciones cada vez más estrictas.

Un activista de la sociedad civil, que pidió permanecer en el anonimato por temor a represalias, describió que las reglas en la vida cotidiana son cada vez “más estrictas”.

Los asuntos gubernamentales se gestionan en su mayor parte a través de edictos religiosos del solitario líder supremo Hibatullah Akhundzada, con base en el bastión talibán de Kandahar, en el sur.

Políticamente, no hay oposición visible: los partidos están prohibidos y no hay elecciones.

“No hay nadie que pueda desafiar al Emir”, afirmó el activista de la sociedad civil.

La ONU ha descrito un “clima de miedo” en el país, donde las protestas populares son prácticamente inexistentes.

El gobierno talibán rechaza estas acusaciones.

“No aceptamos que seamos totalitarios”, dijo Mujahid.

Las autoridades tienen “mecanismos… para transmitir la voz del pueblo al gobierno”, dijo el portavoz Mujahid, refiriéndose a los consejos provinciales compuestos por clérigos y ancianos tribales.

“Puede que no sean los mismos que en el gobierno anterior o los que son comunes en los gobiernos democráticos, pero hemos desarrollado estos mecanismos de manera islámica y estamos comprometidos con los intereses del país”, dijo Mujahid.

Baheer, con sede en Kabul, dijo que todavía cree que el diálogo puede generar cambios.

“Lo que podemos hacer es hablar constantemente con la nación y con esta gente (las autoridades talibanes), creando una mayor presión nacional y, en última instancia… esperando que se den cuenta de que están en contra del pueblo y que tienen que llegar a un acuerdo”, dijo el académico.