Artículo de opinión: Cómo impulsar el gasto en defensa de Europa
En una era de creciente inestabilidad geopolítica, Europa debe fortalecer sus capacidades de defensa. La guerra de Rusia en Ucrania ha puesto de relieve la inversión fragmentada e inadecuada de Europa en su complejo industrial militar y su excesiva dependencia de Estados Unidos.
El Programa Europeo de la Industria de Defensa (EDIP), propuesto por la Comisión Europea a principios de este año, es una iniciativa audaz destinada a mejorar la autonomía estratégica y la resiliencia industrial de la UE. Pero para hacer frente a los desafíos apremiantes de hoy, debemos hacer más para impulsar el gasto en defensa antes del Marco Financiero Plurianual (MFP) de 2027.
Estados Unidos destina actualmente aproximadamente el 3,7% de su PIB a la defensa. La mayoría de los estados de la UE han tenido dificultades para cumplir el objetivo de la OTAN del 2%. Este desequilibrio se está volviendo insostenible, como lo han demostrado las recientes tensiones globales.
Al mismo tiempo, el complejo militar-industrial estadounidense demuestra su capacidad para realizar una transición rápida hacia una economía de tiempos de guerra, una capacidad que Europa debe replicar. Durante la Segunda Guerra Mundial, las industrias estadounidenses pasaron de los bienes civiles a la producción de equipo militar a escala. El EDIP debe permitir a Europa construir una infraestructura de defensa igualmente ágil y sólida que pueda responder a las crisis sin demora.
Para alcanzar el potencial del EDIP, debemos combinar sus ambiciones con mecanismos de financiación audaces, reasignando fondos no gastados del Fondo de Recuperación y Resiliencia (FRR) ante la pandemia, emitiendo bonos de defensa de la UE e incentivando las inversiones privadas a través de garantías de adquisiciones conjuntas.
El MRR se creó en 2021 en el marco del paquete NextGenerationEU, cuyo objetivo es ayudar a la recuperación económica después de la pandemia. A través del endeudamiento conjunto, la UE recauda fondos en los mercados de capital y los pone a disposición de los estados miembros para financiar reformas económicas relacionadas con la transición verde y digital, o para estabilizar sus mercados energéticos tras la invasión rusa de Ucrania.
Esta instalación contiene importantes recursos no utilizados, pero el reglamento del RRF impide que se gasten en medidas relacionadas con la defensa. Dada la naturaleza de la amenaza estratégica que plantea Rusia, el reglamento debería revisarse para eliminar esta restricción.
Modificar el reglamento requeriría un acuerdo unánime entre los estados miembros, una propuesta de la Comisión Europea y la aprobación del Parlamento Europeo. Aunque procesalmente compleja, esta reasignación es políticamente factible y debe implementarse urgentemente como una solución para abordar el déficit de financiación de defensa de Europa.
La UE podría utilizar la asignación de 1.500 millones de euros de EDIP como garantía para emitir bonos de defensa, lo que le permitiría recaudar capital significativo de los mercados financieros a tasas de interés favorables, de manera similar al FRR.
Esto permitiría inversiones a largo plazo en infraestructura de defensa crítica. Al distribuir los costos a lo largo de décadas, la UE podría financiar proyectos urgentes y comenzar a trabajar en necesidades a más largo plazo, salvaguardando al mismo tiempo la estabilidad económica.
El sector privado es un socio vital para mejorar las capacidades de defensa. Las garantías de adquisiciones conjuntas a largo plazo brindarían a los actores de la industria la confianza para aumentar la producción. Al asegurar una demanda predecible de equipo militar, la UE puede estimular las inversiones privadas, impulsando tanto la capacidad de producción como la innovación. Los marcos de contratación transparentes serán esenciales para garantizar la eficiencia y la confianza entre las instituciones públicas y las empresas privadas.
La contratación conjunta es la piedra angular de una estrategia de defensa europea unificada. Al consolidar la demanda, los estados miembros pueden reducir costos, mejorar la interoperabilidad y fortalecer la competitividad industrial. Proyectos recientes en el marco del instrumento Europeo de Refuerzo de la Industria de Defensa mediante Contratación Común (EDIRPA) ilustran los beneficios de este enfoque. Estas iniciativas permiten a la UE negociar mejores acuerdos y garantizar una distribución justa de los recursos, evitando disparidades entre los estados miembros más pequeños.
Además, la racionalización de los procesos de contratación fomenta la colaboración y la confianza, elementos clave para crear un marco de defensa europeo cohesivo. La ampliación de los mecanismos de adquisiciones conjuntas también puede abordar ineficiencias como la excesiva dependencia de Europa de proveedores externos, que representan el 78% de las adquisiciones de defensa. Al fomentar una cooperación más sólida dentro de la industria de defensa europea, manteniendo al mismo tiempo el acceso a tecnologías avanzadas de aliados confiables, Europa puede mejorar su autonomía estratégica y reducir la dependencia de proveedores externos.
Lo que está en juego es claro: un enfoque fragmentado y con fondos insuficientes ya no es viable. EDIP debe servir como base para una Europa segura, competitiva y resiliente, capaz de defender sus valores y su futuro.