El euro digital: una cuestión de cuándo, no de si
A medida que nos acercamos a la presentación oficial del euro digital, quedan muchas preguntas sin respuesta. ¿Qué problema intenta resolver el euro digital? ¿Reemplazará al efectivo? ¿Qué significará esto para nuestros derechos fundamentales, para la privacidad y la inclusión? Finalmente, ¿es necesario?
Todos los puntos importantes. Sin embargo, en este momento, el euro digital es una cuestión de cuándo, no de si sucederá.
(Para escuchar el otro lado del argumento, lea este artículo en contra de la introducción de un euro digital).
Se podría argumentar que la industria financiera de la eurozona ya está muy desarrollada: los bancos disfrutan de una alta liquidez; los consumidores tienen a su disposición múltiples opciones de pago, incluidos pagos sin contacto y aplicaciones de banca móvil; y existe un sistema eficiente de pagos minoristas.
Los críticos dicen que construir una infraestructura financiera paralela en torno al euro digital para pagos minoristas desencadenaría un cambio tectónico en el sector bancario. Según ellos, los beneficios para los consumidores serían pocos, si es que alguno. ¿Cuál es entonces el camino a seguir?
Actualmente, 114 países están explorando una moneda digital de banco central. Esto por sí solo parece sugerir que la pregunta no es si las monedas emitidas por los bancos centrales llegarán a la Unión Europea y sus Estados miembros, sino más bien cuándo.
Siguen surgiendo nuevas monedas digitales privadas, como el Diem de Facebook. Al mismo tiempo, no es ningún secreto que la industria bancaria de la UE depende en gran medida de la infraestructura de las instituciones financieras estadounidenses para procesar pagos y liquidaciones.
La implementación de una moneda digital respaldada por el Banco Central Europeo tiene el potencial de abordar estas vulnerabilidades de manera efectiva. Por lo tanto, es imperativo que la UE intensifique sus esfuerzos para finalizar la unión bancaria y la unión de los mercados de capitales.
Además, racionalizar y mejorar los procesos esenciales contribuirá a garantizar que los bancos de la UE sigan siendo competitivos en el escenario mundial sin ninguna desventaja.
Además, una billetera de identidad digital de la UE podría ayudar a integrar un euro digital haciéndolo ampliamente accesible y fácil de usar. La billetera ofrecerá a los usuarios acceso a pagos permitiéndoles verificar su identidad con un alto grado de seguridad, al tiempo que les brindará control total sobre la forma en que administran y comparten datos personales.
La introducción de un euro digital también permitiría que se realicen futuras transacciones digitales sin la necesidad de infraestructuras de pago externas, un aspecto importante y a menudo pasado por alto.
La UE debe aunar sus recursos si quiere seguir siendo relevante a nivel mundial. Eso significa aumentar su capacidad para actuar de forma autónoma y reducir su dependencia en áreas estratégicas como las finanzas, la tecnología, la energía y las materias primas. Las crisis paralelas a las que nos enfrentamos en materia de salud, energía y coste de vida han sacado a la superficie nuestras dependencias y los riesgos conexos.
Por supuesto, el desarrollo y la implementación de un euro digital es un proceso complejo que requiere una cuidadosa consideración de áreas como la privacidad, la protección de datos, los derechos fundamentales y aspectos de ciberseguridad, por nombrar sólo algunos. Es un proceso complejo que llevará tiempo pero, si se implementa correctamente, haría a la UE más competitiva a escala global.
El debate sobre el euro digital es una buena oportunidad para mantener una conversación más amplia sobre el tipo de sociedad en la que queremos vivir. Necesitamos crear un espacio para un debate significativo, transparente y basado en hechos sobre este importante tema, tanto en el ámbito europeo Parlamento y en los Estados miembros. Como europeos, debemos seguir comprometidos con el diálogo y la cooperación.