El futuro tecnológico de Europa: de la soberanía al liderazgo
¿Puede la soberanía tecnológica asegurar el futuro de Europa? Si bien Estados Unidos está utilizando herramientas comerciales para fomentar la seguridad económica, la Unión Europea está buscando “soberanía tecnológica” para impulsar su competitividad global. Sin embargo, la complejidad de la cadena de suministro de la tecnología plantea desafíos significativos para ambos enfoques. La “soberanía” es un medio para el fin: la ambición de Europa debería ser crecer y liderar la innovación tecnológica. Estos enfoques de soberanía no deberían dar lugar a aislamiento o esfuerzos redundantes, sino que deben centrarse en inversiones estratégicas para promover la innovación y las asociaciones globales.
Persiguiendo la soberanía
Como empresa de semiconductores de EE. UU. Con inversiones de larga data en Europa, reconocemos la ambición de la UE para fortalecer su ecosistema digital. Aunque encontrar alternativas europeas podría conducir a una mayor inversión regional a corto plazo, creemos que un enfoque más pragmático y colaborativo serviría mejor a la competitividad a largo plazo de Europa.
En lugar de tratar de construir la pila de tecnología de forma independiente, en particular para los semiconductores, Europa puede acelerar su capacidad de innovación a través de asociaciones confiables en áreas donde las capacidades nacionales son actualmente limitadas. Aprovechar sus propias fortalezas (por ejemplo, la excelencia en la I + D de semiconductores y la maquinaria) y combinarlas con las capacidades de fabricación avanzadas de los socios, como Intel en Irlanda, ayudaría a la UE a alcanzar sus objetivos de resiliencia, mientras que permanecería a nivel mundial competitivo.
Hacia el liderazgo tecnológico europeo
Los objetivos de liderazgo tecnológico en la UE van más allá de la soberanía y la autosuficiencia aspiracional. Requieren excelencia en toda la industria, desde la investigación y la innovación hasta la fabricación avanzada, y la participación activa en la configuración de los ecosistemas tecnológicos globales. Al basarse en las fortalezas locales, invertir en talento de clase mundial y fomentar las cadenas de valor integradas a nivel mundial, la UE puede establecerse como un líder tecnológico competitivo.
La industria de los semiconductores ilustra esto bien. Las cadenas de valor global, el talento internacional, las fortalezas locales y la innovación sin fronteras han sido fundamentales para el crecimiento de Intel. Los campeones europeos como IMEC, ASML, Ericsson, Nokia o SAP se han beneficiado igualmente de esta apertura. Los intentos de localizar completamente las cadenas de suministro corren el riesgo de restablecer la competitividad.
Invertir estratégicamente juntos
La competitividad requiere unificar enfoques nacionales fragmentados en una estrategia industrial de la UE con avance respaldada por un presupuesto sustancial de la UE. Esa es la forma de sobresalir en la frontera tecnológica: semiconductores, IA y otras innovaciones críticas. Intel ha invertido 30 mil millones de euros en Irlanda en los últimos 35 años: nuestro “Fab” es la única instalación de fabricación de semiconductores de vanguardia en Europa y ejemplifica cómo la inversión global alimenta la competitividad regional, crea empleos directos e indirectos, y ayuda a la economía de Europa a crecer. Para replicar este éxito en verticales industriales, el próximo marco financiero multianual de la UE debe respaldar proyectos estratégicos desarrollados en estrecha coordinación entre los responsables políticos y la industria.
Igualmente importante es tener un entorno regulatorio que fomente la inversión a largo plazo: bajos costos de energía, reglas coherentes y procesos de aprobación directos. Estas condiciones permitirían a las empresas europeas fomentar más asociaciones abiertas a innovadores de todo el mundo. Es por eso que las iniciativas de simplificación como el “paquete digital” anunciado son críticas para crear centros de innovación que impulsen el liderazgo tecnológico.
Una nueva visión
A medida que Europa mira hacia el futuro, debe adoptar una visión de competitividad que redefine la soberanía como un camino hacia la innovación tecnológica. El objetivo debe ser crear las condiciones para que la industria prospere: atraer inversiones, racionalizar la regulación y abordar las barreras estructurales como los altos costos de energía. El liderazgo tecnológico se basaría en esta base y aseguraría un crecimiento a largo plazo a través de asociaciones internacionales. Intel está listo para desempeñar su papel.
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