¿Qué ocurre con Schengen en una era de renovados controles fronterizos?
Alemania amplió esta semana los controles fronterizos temporales a sus nueve fronteras terrestres, alegando preocupaciones por la seguridad y la migración irregular. Medidas de este tipo ya se habían aplicado en las fronteras del país con Polonia, Austria, Suiza y la República Checa.
El aumento de la presencia policial, que se prevé que dure al menos seis meses, es la respuesta del gobierno alemán a la creciente presión política, sobre todo de la derecha y la extrema derecha. Oficialmente, los controles sirven para “proteger aún más contra el terrorismo extremista islámico y los delitos graves transfronterizos”, según un comunicado publicado el domingo por el Ministerio del Interior alemán.
En Alemania, recientemente, han aparecido en los titulares varios incidentes violentos que parecen aislados, entre ellos un ataque con cuchillo en la ciudad de Solingen, en el oeste del país, que dejó tres muertos en agosto, y un tiroteo en Múnich en septiembre, en el que sólo murió el presunto autor de los disparos. En ambos casos, sospechosos originarios de otros países tenían presuntas afiliaciones a organizaciones terroristas.
Si bien cada país europeo tiene derecho a proteger sus fronteras nacionales, se supone que los que forman parte del Espacio Schengen deben respetar la libertad de movimiento de personas y bienes. Los observadores han expresado su preocupación por el hecho de que el aumento de la seguridad fronteriza perjudica un valor fundamental de la Unión Europea.
“La reintroducción de controles fronterizos internos debería ser una medida de último recurso”, dijo Raphael Bossong, investigador de políticas migratorias del Instituto Alemán de Asuntos Internacionales y de Seguridad en Berlín. El Parlamento.
¿Por qué se creó Schengen?
El Espacio Schengen nació del Acuerdo de Schengen de 1985, llamado así por la ciudad de Luxemburgo donde se firmó, que tenía como objetivo eliminar las fronteras internas entre los países europeos participantes.
El tratado original cubría cinco países –Francia, Alemania, Países Bajos, Luxemburgo y Bélgica– y desde entonces se ha ampliado a 27. Aunque no todos los miembros de la UE son parte de él –y algunos estados no pertenecientes a la UE, como Noruega, sí lo son–, Schengen está fuertemente conectado con los esfuerzos de la UE para promover los viajes, la integración y la cooperación a través de las fronteras europeas.
“La identidad central de la Unión Europea está establecida en los tratados, que es la libre circulación y un espacio común sin controles fronterizos internos”, dijo a la BBC Sergio Carrera, investigador principal del Centro de Estudios Políticos Europeos, un grupo de expertos con sede en Bruselas. El Parlamento.
Libertad, con algunas excepciones
El espacio Schengen funciona sobre la base de un conjunto de normas comunes conocidas como el acervo de Schengen, un conjunto de leyes, tratados, directivas y decisiones judiciales que dictan cómo se gestionan las fronteras dentro de la zona. Esto incluye el Código de fronteras Schengen, que define cuándo y cómo los Estados miembros pueden restablecer controles fronterizos internos temporales.
Estos controles sólo se permiten en circunstancias excepcionales, como cuando se amenaza la seguridad nacional. Cada país Schengen tiene derecho a restablecer temporalmente los controles fronterizos en caso de urgencia, pero estas decisiones deben justificarse y comunicarse a la Comisión Europea.
“Deben estar bien anclados en la mejor evidencia que justifique su necesidad, proporcionalidad, legitimidad y evaluar muy cuidadosamente sus impactos en la libre circulación y los derechos fundamentales”, dijo Carrera, añadiendo que los controles policiales en zonas fronterizas no pueden ser sistemáticos ni dirigirse a grupos específicos.
Pero “hay una brecha en la aplicación de la ley”, dijo Carrera, lo que lleva a que los gobiernos no proporcionen una justificación adecuada para los controles fronterizos prolongados.
La Comisión Europea tiende a aplicar un toque ligero a sus miembros, prefiriendo “un seguimiento diplomático, pero sin iniciar formalmente procedimientos de infracción de cumplimiento”, añadió Carrera.
El Parlamento Europeo también puede intervenir presentando una denuncia judicial contra la Comisión si ésta no hace cumplir la legislación de la UE.
Medidas temporales, prorrogadas indefinidamente
Al igual que en el caso alemán, las medidas de control fronterizo no deberían durar más de seis meses. En la práctica, podrían prolongarse indefinidamente hasta que “se conviertan en casi permanentes”, explicó Bossong.
Esto abre la puerta a que los controles fronterizos pasen a ser cada vez más la regla y no la excepción. Por ejemplo, Austria, Dinamarca, Suecia y Noruega son países Schengen que mantienen controles fronterizos. Estos controles se basan generalmente en preocupaciones sobre la migración irregular y la delincuencia transfronteriza, aunque en el caso de Noruega el aumento de los controles se debe a la necesidad de proteger la infraestructura crítica (especialmente el lucrativo sector energético del país) de la interferencia rusa y los ataques híbridos.
En la UE, fuera de Schengen
Cabe destacar que Irlanda, que tiene su propia zona de viaje con el Reino Unido, es un miembro de la UE que no participa en Schengen. Eso significa que quienes lleguen al país desde otros estados miembros de la UE tendrán que mostrar una identificación y proporcionar un motivo válido para ingresar.
Chipre, otro país insular de la UE, también está fuera del espacio Schengen, pero sí reconoce los visados para el espacio Schengen. A diferencia de Irlanda, espera unirse al espacio y su solicitud está siendo revisada.
Hay otros aspirantes a la adhesión a Schengen. Rumanía y Bulgaria han solicitado participar plenamente en el espacio, pero Austria y los Países Bajos se lo han impedido, pues han expresado su preocupación por la inmigración. Una resolución del Parlamento Europeo para 2022 instó a la Comisión Europea a encontrar un acuerdo que conceda a Rumanía y Bulgaria plenos derechos en el espacio Schengen.
Para unirse al espacio Schengen, los países deben cumplir condiciones estrictas, entre ellas asumir la responsabilidad de las fronteras externas de la UE, emitir visas compatibles con Schengen y alinear su aplicación de la ley con los protocolos de seguridad de Schengen.
Aunque al observador casual le pueda parecer que la gente puede entrar y salir a su antojo, el Sistema de Información de Schengen (SIS) sirve como base de datos que rastrea datos sobre visados, órdenes de arresto e información sobre criminales y personas desaparecidas. Según Bossong, del SWP, pronto se pondrán en marcha medidas de seguridad adicionales que “aumentarán las redes electrónicas de control dentro de la zona Schengen”.
Riesgo de retroceso en la libertad de movimiento
La libertad de movimiento que ofrece el espacio Schengen es uno de los logros más preciados de la UE y retroceder en ella conlleva riesgos significativos que son “una preocupación real, no hipotética”, dijo.
Si los controles fronterizos se vuelven más comunes, los beneficios económicos de un viaje sin problemas por Europa podrían verse obstaculizados, lo que perjudicaría al turismo y al comercio. Una mayor seguridad entre las fronteras internas de la UE podría debilitar la unidad política dentro del bloque, exacerbando las tensiones entre sus miembros.
Parte de esta tensión ya se ha puesto de manifiesto como resultado de la decisión de Alemania de ampliar los controles fronterizos, ya que funcionarios de toda la UE criticaron la medida “unilateral” del país.
“Existe el riesgo de una carrera hacia el abismo”, dijo Carerra, del CEPS. Si el acuerdo a nivel de la UE sucumbe a las dispares normas fronterizas nacionales, podría significar el “fin del Espacio Schengen tal como lo conocemos”.