Artículo de opinión: El Acuerdo Industrial Limpio debe atraer a las empresas al redil

Artículo de opinión: El Acuerdo Industrial Limpio debe atraer a las empresas al redil

Los responsables políticos europeos deben abordar los permisos, la energía y la financiación para crear las condiciones para que la industria se descarbonice.
Demolición de la última central eléctrica de carbón de Vattenfalls en los Países Bajos, Centrale Hemweg

El Acuerdo Industrial Limpio, que aún no ha sido revelado por la Comisión Europea, parece estar a punto de convertirse en la pieza central del segundo mandato de la presidenta Ursula von der Leyen. Su nombre evoca paralelos históricos, como el New Deal de Roosevelt. Pero ¿qué hace que algo sea un “trato”?

En esencia, un acuerdo es un intercambio: un acuerdo mutuo en el que ambas partes se comprometen a asumir responsabilidades y esperan beneficios a cambio. Esto lo diferencia de un mandato unilateral. El New Deal de Roosevelt se basó en este principio: el gobierno intervino para estabilizar la economía, pero las empresas y los trabajadores fueron parte integral de su éxito. El Acuerdo Industrial Limpio debe seguir la misma lógica, fomentando la colaboración entre los responsables de las políticas y la industria. Ambas partes deben comprometerse con objetivos compartidos y cumplir con sus obligaciones; de lo contrario, se corre el riesgo de que se convierta en un paquete de políticas más.

El Pacto Industrial Limpio debe adoptar un enfoque más equilibrado que el Pacto Verde, que, aunque ambicioso y necesario, asignó la mayor parte de la responsabilidad a la industria a través de regulaciones estrictas.

Este nuevo acuerdo no puede limitarse a tecnologías limpias o industrias verdes emergentes; Las industrias pesadas tradicionales también deben estar sobre la mesa. Sectores como el acero, el cemento, los productos químicos y la minería son la columna vertebral de la economía europea, emplean a millones y apuntalan su autonomía estratégica. Excluirlos del acuerdo dejaría a la economía europea vulnerable en una era de incertidumbre global.

Las industrias europeas se enfrentan a inmensas expectativas. Los formuladores de políticas ya han establecido pesadas obligaciones a través de la legislación del Pacto Verde, exigiendo a las empresas que reduzcan las emisiones, adopten tecnologías avanzadas y entreguen bienes asequibles y de alta calidad, todo ello mientras compiten con los productores chinos y estadounidenses, que a menudo se benefician de entornos operativos más favorables.

Calle de doble sentido

Para que este “acuerdo” funcione, los responsables de las políticas deben llegar a un punto medio con las empresas. Deben abordar tres cuestiones críticas: permisos, energía y financiación. Estos son los cimientos de una estrategia industrial creíble.

Los retrasos en los permisos han afectado durante mucho tiempo a la industria europea. Los proyectos esenciales para la descarbonización –ya sean instalaciones de energía renovable o fábricas modernizadas– pueden quedar estancados durante años. Simplificar estos procesos no es un favor a la industria; es una necesidad para lograr los objetivos climáticos de Europa. De manera similar, los costos de la energía en Europa se encuentran entre los más altos del mundo, una carga que afecta directamente la competitividad. Los formuladores de políticas deben abordar este desequilibrio, garantizando energía confiable y asequible para que las industrias prosperen.

Luego está la financiación. ¿Están la UE y sus estados miembros preparados y dispuestos a proporcionar generosos subsidios y recortes de impuestos, como se ve en los enfoques de competidores globales como Estados Unidos y China? Hasta ahora, la respuesta parece ser un “no” implícito pero contundente. Es poco probable que el Acuerdo Industrial Limpio incluya un programa de endeudamiento centralizado a gran escala similar al Next Generation EU, y un nuevo endeudamiento conjunto parece improbable. Los altos niveles de ayuda estatal también están fuera de la mesa, ya que los presupuestos nacionales en toda la UE siguen siendo limitados y los mercados siguen de cerca las presiones fiscales en Francia y el freno de la deuda alemana. Si bien una nueva financiación pública significativa parece poco realista, esto no significa que el acuerdo no contará con financiación suficiente.

En cambio, la financiación existente (tanto a nivel nacional como de la UE) debe utilizarse de forma más inteligente. Los instrumentos financieros como préstamos y garantías deben reemplazar las subvenciones ineficientes, garantizando que cada euro gastado apoye una transformación industrial impactante. El dilema de priorizar los incentivos del lado de la demanda o de la oferta debe dar paso a medidas específicas que fomenten transacciones industriales efectivas y maximicen la competitividad.

Las tecnologías de captura y almacenamiento de carbono (CAC) y captura y utilización de carbono (CCU) ilustran el potencial de este enfoque. Más allá de las aplicaciones obvias en el acero y el cemento, la CCS y la CCU en la minería ofrecen oportunidades sin explotar para reducir las emisiones, reducir los costos del carbono bajo el Sistema de Comercio de Emisiones y asegurar el suministro de materias primas críticas a Europa. Estos beneficios se alinean perfectamente con los objetivos duales del acuerdo: descarbonización y competitividad.

Pero incluso el financiamiento más inteligente fracasará sin una acción sólida en materia de permisos y energía. Los proyectos de CAC, como todas las innovaciones industriales, requieren aprobaciones rápidas y energía asequible para tener éxito. Los formuladores de políticas deben cumplir su parte del trato para que las empresas cumplan la suya.

El concepto de acuerdo no es sólo económico: es filosófico. Refleja el reconocimiento de que ningún partido puede resolver los desafíos de Europa por sí solo. La industria no puede descarbonizarse y competir globalmente sin políticas de apoyo, del mismo modo que los gobiernos no pueden alcanzar sus ambiciones climáticas sin el ingenio y la productividad del sector privado. Un verdadero Acuerdo Industrial Limpio debe abrazar esta interdependencia, creando un marco donde ambas partes puedan prosperar.

Si los formuladores de políticas y la industria pueden estar a la altura de este desafío, el Acuerdo Industrial Limpio tiene el potencial de remodelar el panorama industrial de Europa, equilibrando la sostenibilidad con la competitividad. Más que una palabra de moda, podría convertirse en un auténtico contrato para el futuro de Europa.