Artículo de opinión: Los combustibles bajos en carbono son el atajo que la UE necesita para alcanzar sus objetivos climáticos
A medida que comienza el segundo mandato de Ursula von der Leyen como presidenta de la Comisión Europea, debe convertir en acción las audaces promesas del Acuerdo Verde de su primer mandato. La Comisión quiere que Europa reduzca las emisiones, incremente la energía limpia y domine el mercado global de tecnología verde, una agenda que apunta tanto a asegurar el futuro económico y geopolítico de Europa como a abordar la crisis climática.
Ingrese el Clean Industrial Deal, el programa sucesor del Green Deal, diseñado para acelerar la inversión en tecnologías climáticas y cerrar la brecha entre la ambición y el cumplimiento. Pero para que la transición tenga éxito, la UE debe dejar atrás las regulaciones obsoletas y rígidas que frenan la innovación. Lo que se necesita es un marco flexible y tecnológicamente neutral que respalde logros inmediatos y al mismo tiempo mantenga a la vista los objetivos a largo plazo.
Durante años, las políticas climáticas de la UE se han apoyado en gran medida en objetivos amplios e incentivos indirectos. Si bien estos han impulsado a las industrias hacia prácticas más ecológicas, a menudo pasan por alto el hecho de que la transformación se produce a pasos agigantados, no a pasos agigantados. Aquí es donde entra en juego el reciente informe de Mario Draghi sobre la competitividad europea. El mensaje del ex presidente del Banco Central es claro: las políticas únicas son una receta para el estancamiento. La flexibilidad es la clave para la innovación y reducciones de carbono más rápidas.
Tomemos como ejemplo los combustibles bajos en carbono y neutros en carbono neto, como el metanol. Cuando se produce a partir de fuentes renovables como biomasa residual, biometano, hidrógeno verde o CO₂ capturado, el metanol puede reducir las emisiones de carbono hasta en un 95 por ciento. Incluso el metanol con bajas emisiones de carbono, que está más disponible que su contraparte verde, genera reducciones significativas de emisiones. Pero aquí está el truco: los estrictos criterios de emisiones del ciclo de vida de la UE hacen que sea casi imposible que los combustibles bajos en carbono puedan competir. Los inversores se desaniman, los proyectos se estancan y el progreso potencial queda estancado en un limbo regulatorio.
Esta es una oportunidad perdida, además de un dolor de cabeza burocrático. Marcos como la Directiva sobre energías renovables y FuelEU Maritime pretenden acelerar la transición verde, pero sus rígidos umbrales penalizan o excluyen los combustibles bajos en carbono que reducen las emisiones ahora, lo que desalienta la inversión. Europa y nuestro clima no pueden permitirse este retraso.
Tomemos como ejemplo los sectores más necesitados: el transporte pesado, el transporte marítimo y la aviación. Estas industrias difíciles de reducir no son capaces de accionar un interruptor y funcionar totalmente con electricidad o hidrógeno. Necesitan combustibles de transición para cerrar la brecha. Los combustibles bajos en carbono están listos para desempeñar ese papel, pero las políticas rígidas están sofocando el cambio y la innovación.
De acuerdo con las recomendaciones de Draghi, la nueva Comisión debe cambiar su manual. Necesita ajustar los umbrales de emisiones, introducir objetivos graduales y ampliar los subsidios para los combustibles de transición con bajas emisiones de carbono. No se trata de bajar los estándares; se trata de reconocer las realidades sobre el terreno y facilitar que las industrias avancen en la dirección correcta.
Un marco regulatorio más inteligente y flexible aceleraría la transición energética. El metanol y otros combustibles bajos en carbono pueden contribuir a reducir las emisiones hoy y allanar el camino para sistemas totalmente renovables en el futuro. El apoyo de Draghi a la adaptabilidad es un llamado a la acción. Las políticas adaptadas que fomenten un progreso incremental acercarán a Europa a sus objetivos climáticos más rápidamente que los enfoques rígidos de todo o nada.
El tiempo corre. Las ambiciones climáticas de Europa están a nuestro alcance, pero sólo si la nueva Comisión actúa ahora. Este es un momento para tomar decisiones audaces y un liderazgo pragmático. Al respaldar soluciones de transición y adoptar la flexibilidad, la UE puede liderar una transición verde que beneficie al planeta, la economía y las generaciones futuras.