Las tiendas de Stepanakert siguen abiertas, pero las estanterías están vacías. Alimentos, medicinas, artículos de tocador, combustible: todo escasea en la capital de facto de la región separatista de Nagorno-Karabaj, que es reconocida internacionalmente como el territorio de Azerbaiyán.
La región en disputa está habitada principalmente por armenios. Los productos se suministran a través de una vía de acceso, el Corredor Lachin, que conecta con Armenia pero que ha sido bloqueado por Azerbaiyán desde diciembre de 2022, lo que aísla a la región del mundo exterior.
La Cruz Roja Internacional y las tropas rusas, que estaban monitoreando un acuerdo de alto el fuego negociado entre Armenia y Azerbaiyán en 2020, hasta hace poco habían podido entregar ayuda. Pero, en junio, tras una escaramuza entre soldados armenios y azerbaiyanos en la frontera común, el presidente azerbaiyano Ilham Aliyev recrudeció el bloqueo, dejando solos a los habitantes del enclave.
Según fuentes armenias, unas 120.000 personas se han visto obligadas a soportar la situación, aunque las autoridades azerbaiyanas dicen que el número es significativamente menor. En cualquier caso, la escasez de suministros en Nagorno-Karabaj se ha vuelto tan grave que Henrikh Mkhitaryan, el mundialmente famoso futbolista armenio y embajador de UNICEF, tuiteó un llamamiento urgente a principios de agosto, pidiendo el levantamiento inmediato del bloqueo por motivos humanitarios.
Las conversaciones se prolongan
Armenia y Azerbaiyán han estado negociando el fin del conflicto durante meses. Un gran avance en las negociaciones sería un gran paso adelante en una disputa que se prolonga desde hace 30 años. La primera guerra entre los dos estados estalló a principios de la década de 1990, poco después del colapso de la Unión Soviética, y desde entonces ha habido repetidos incidentes a lo largo de la frontera aún no definida.
Dado que la región de Nagorno-Karabaj se encuentra totalmente dentro de las fronteras de Azerbaiyán, este último invoca el principio de integridad territorial en su reivindicación de la zona. Sin embargo, está habitada por una mayoría armenia, razón por la cual Armenia insiste en la autodeterminación de su población. Partes de Nagorno-Karabaj ya se declararon independientes en 1991, aunque ningún estado del mundo lo reconoce. Ni siquiera Armenia, presumiblemente para evitar que las negociaciones de paz con Azerbaiyán sean imposibles desde el principio.
En 2020, estalló una segunda guerra entre los dos estados por la región, y un alto el fuego posterior negociado por Moscú ayudó a Azerbaiyán a recuperar el control de partes del territorio en disputa. A pesar de que las tropas rusas monitorean el alto el fuego, continúan ocurriendo enfrentamientos mortales. Se estima que unas 35.000 personas han muerto desde que comenzó el conflicto y cientos de miles se han visto obligadas a huir.
Una oferta ‘envenenada’
Representantes de Bakú y Ereván ya se han reunido varias veces en los últimos dos años en Bruselas, Washington y Moscú, con el objetivo de transformar el frágil acuerdo de alto el fuego en un tratado de paz duradero.
Ha habido seis negociaciones bajo la mediación de la Unión Europea solamente. En mayo, el primer ministro armenio, Nikol Pashinyan, sorprendió al país con el polémico anuncio a nivel nacional de que reconocería a Nagorno-Karabaj como parte de Azerbaiyán siempre que los armenios recibieran garantías integrales de seguridad y derechos como minoría protegida.
Sin embargo, el autoproclamado gobierno de Nagorno-Karabaj, formado por personas de etnia armenia y que desde 2017 llama a la región “República de Arzakh” se ha negado hasta ahora a integrarse en Azerbaiyán.
El presidente de Azerbaiyán, Aliyev, tampoco parece interesado en esta solución. Ha pedido repetidamente que se disuelva el gobierno y el parlamento de la “República de Arzakh” y que los armenios se integren en Azerbaiyán como “ciudadanos normales y leales”. Esta fue una condición bajo la cual Aliyev se ofreció recientemente a proporcionar ayuda a los armenios atrapados, algo que rechazaron rápidamente como una oferta “envenenada”.
Influencias en conflicto
Las negociaciones se complican aún más por los intereses de los países vecinos, en particular Turquía y Rusia. Ankara apoya más o menos abiertamente a Azerbaiyán. Dadas las similitudes étnicas y culturales entre los países de habla túrquica, cada uno suscribe la noción de “una nación, dos estados”. Turquía también es un cliente importante del gas natural de Azerbaiyán.
Rusia, por otro lado, tiene una posición un poco más complicada porque mantiene lazos con ambas ex repúblicas soviéticas, aunque más intensamente con Armenia, ya que también tiene una población predominantemente cristiana ortodoxa. La preferencia de Moscú se evidencia por el hecho de que mientras suministra armas rusas a ambas partes en conflicto, solo Ereván obtiene un precio preferencial. Además, Rusia mantiene una base militar en la segunda ciudad más grande de Armenia, Gyumri.
Aún así, en el acuerdo de alto el fuego negociado más recientemente por Moscú, Azerbaiyán recuperó el control de grandes áreas de Nagorno-Karabaj. Además, el ejército ruso, que se supone que es una “fuerza de paz”, ha sido muy comedido en las escaramuzas que han estallado repetidamente a lo largo de la frontera.
Aparentemente, Moscú quiere mantener la dependencia de ambos países, pero también ha tenido que reducir significativamente su presencia de tropas en el Cáucaso debido a su guerra contra Ucrania.
Si bien los diplomáticos internacionales dicen que se podría llegar a un acuerdo viable para el otoño, todavía hay obstáculos importantes que superar.