Los traumas físicos y emocionales siguen cayendo sobre el pueblo palestino de Gaza.
Y a pesar de que Israel ha declarado algunas zonas como zonas seguras, los ataques aéreos son una amenaza constante.
(Residente de Gaza)
“Estamos con niños, ancianos y mujeres. Les ruego que no nos bombardeen”.
Ella y su familia se encuentran entre los 1,8 millones de personas desplazadas internamente. Eso es el 80% de la población. Los lugares donde buscar refugio son cada vez más reducidos. Aquellos que logran escapar con vida de los bombardeos apenas viven. Los alimentos, el agua y otros artículos básicos escasean.
(Saada Hothut, madre desplazada)
“Vinimos aquí y, como ven, no hay refugio, ni tienda de campaña, nada, ni siquiera agua. No hay baños. Miren a nuestros niños, cómo se ven. No hay lugar para bañarlos. Hoy hubo peleas con la gente. “Por lo pequeño que es el lugar, no podemos montar tiendas de campaña ni cubrir a nuestros hijos”.
Este es el campamento de Mawasi en el sur de Gaza. El ejército israelí la ha designado zona segura.
Pero no hay ayuda. Es tierra subdesarrollada donde gente ya desesperada vive en condiciones miserables.
Y los ataques en Rafah, cerca de la frontera con Egipto, han sembrado el miedo entre quienes han huido de sus hogares para buscar seguridad en el campamento de la ciudad. A pesar de los llamados internacionales a un alto el fuego, los intensos combates urbanos se intensifican.
(Contralmirante Daniel Hagari, portavoz del ejército israelí)
“Estamos en medio de combates persistentes a lo largo de toda la franja. Estamos avanzando en etapas de combate, eliminando a los terroristas, incluidos los altos comandantes escondidos en túneles subterráneos, y también destruyendo la infraestructura terrorista”.
La ONU ha advertido que Gaza se tambalea hacia una catástrofe humanitaria, con hospitales incapaces de atender a los heridos y la creciente amenaza de enfermedades que azotan los campos de refugiados.