La junta gobernante de Myanmar ha perdido el control sobre vastas extensiones de territorio, incluido el acceso a gran parte de sus fronteras internacionales, lo que ha permitido a los grupos armados étnicos expandirse y consolidar regiones bajo su control, dijeron el jueves dos informes que evalúan el conflicto.
El país de 55 millones de habitantes ha estado sumido en la agitación desde febrero de 2021, cuando el ejército derrocó a un gobierno electo encabezado por la premio Nobel Aung San Suu Kyi, lo que provocó protestas generalizadas.
Las manifestaciones callejeras, que fueron respondidas con una brutal represión, se transformaron en un movimiento de resistencia armada que se ha combinado con muchos de los ejércitos rebeldes étnicos de Myanmar para plantear el desafío más importante al ejército en décadas.
La junta no tiene un control efectivo de Myanmar, ya que ha perdido total autoridad sobre los municipios que cubren el 86% del territorio del país y que albergan al 67% de la población, según el Consejo Asesor Especial para Myanmar (SAC-M).
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La Operación 1027, una ofensiva coordinada en octubre pasado dirigida por tres ejércitos étnicos, marcó un momento clave que expuso a un ejército debilitado, que cedió franjas de tierras fronterizas en el norte de Myanmar.
Desde entonces, una serie de ofensivas de ejércitos étnicos han expulsado a la junta de áreas periféricas desde la frontera del país con Tailandia hasta las zonas costeras a lo largo de la Bahía de Bengala.
“Los grupos armados étnicos que han logrado muchas de estas victorias militares están consolidando el control de sus áreas territoriales ampliadas, y muchos de ellos están en camino de establecer pequeños estados autónomos”, dijo en un informe la organización sin fines de lucro Crisis Group.
Las crecientes pérdidas militares y la creciente consternación entre la élite de la capital, Naypyidaw, han dejado en serias dudas el futuro del jefe de la junta, Min Aung Hlaing, aunque ha llenado sus altos rangos con oficiales leales a él, según Crisis Group.
“De este modo podría conservar su puesto, pero, dado el nivel de descontento, podría enfrentarse a un complot para destituirlo”, afirmó.
Dado que la junta está perdiendo el control de casi todas las fronteras del país y es probable que las administraciones no estatales se expandan, los estados vecinos, los bloques regionales y la comunidad internacional deberían ampliar su compromiso con los grupos de resistencia, dijeron ambos informes.
El desplazamiento interno en Myanmar ha alcanzado un nivel récord, con más de tres millones de personas obligadas a abandonar sus hogares debido a la escalada del conflicto, según agencias de la ONU.
“La comunidad internacional debe comprender esta realidad y trabajar directamente con las autoridades de la resistencia y la sociedad civil para entregar ayuda y asistencia urgente al pueblo de Myanmar”, dijo Yanghee Lee, uno de los miembros fundadores del SAC-M.