Op-ed: ayudar a los migrantes no debe ser criminalizado
Ofreciendo una mano, una sonrisa, una comida, una palabra de bondad: esto es lo que siempre hemos hecho. En su corazón, estos gestos reflejan un instinto básico que nos conecta a todos: ayudarnos unos a otros es lo que nos hace humanos. La ayuda es incondicional. Trasciende las fronteras y no discrimina. Sin embargo, hoy, este simple acto de humanidad podría generar problemas con las autoridades.
En los últimos años, la aplicación intensificada de la Directiva de Facilitación de 2002 de la UE ha llevado al enjuiciamiento de individuos y organizaciones que brindan ayuda humanitaria a las personas en una situación irregular. Los ciudadanos comunes de todos los ámbitos de la vida han enfrentado repercusiones legales, desde activistas y periodistas hasta monjas, agricultores, estudiantes y innumerables, mostrando cuán profundamente la ayuda y la solidaridad están integradas en nuestras sociedades.
La Comisión Europea ahora ha propuesto revisiones a esa directiva, brindando a los legisladores en el Parlamento Europeo la oportunidad de cerrar estas brechas y garantizar que los trabajadores humanitarios puedan ayudar a las personas en la mudanza Birgit Sippel MEP, quien lidera el trabajo del Comité de Libertades Civiles en el archivo, este mes presentó un borrador de informes que se mueven en la dirección correcta.
Proteger la asistencia humanitaria crucial
El informe de Sippel propone una exención humanitaria obligatoria que despenaliza la provisión de asistencia humanitaria a las personas en la migración. Esta es una medida crucial para preservar nuestra capacidad de ayudarse mutuamente. Al apoyar esta propuesta, los eurodiputados pueden desempeñar un papel importante en la prevención de daños y reafirmar el compromiso de la UE con la dignidad y la solidaridad humana.
Si bien la Directiva de Facilitación tiene como objetivo dirigir el crimen organizado y armonizar las prácticas de contramongización en los Estados miembros, la intensificación de las medidas de cumplimiento ha sido ineficaz para dejar de contrabando.
Según el Centro de Migración Mixta, que investiga la intersección de la migración y los flujos de refugiados, las políticas de contramargo más estrictas están amplificando los riesgos para los migrantes al hacer que sus viajes sean más largos y peligrosos, al tiempo que las exponen a condiciones cada vez más hostiles a lo largo de las rutas de migración y dentro de la UE. Una vez que llegan a Europa, algunas personas también se arriesgan a ser procesadas por facilitar sus propios viajes y los de sus familiares.
Los migrantes de contrabando no son perpetradores. La directiva también debe asegurarse de que no sean castigadas.
Nuestros colegas de la Cruz Roja experimentan cómo las medidas de aplicación han arrojado una sombra sobre las personas que actúan por amabilidad y solidaridad a diario. Arraigados en los principios de la humanidad e imparcialidad, ofrecen ayuda a todos, independientemente de quién o dónde están. Pero proporcionar acceso incondicional a los servicios esenciales sin cuestionar la nacionalidad o el estatus legal es cada vez más difícil. En el entorno regulatorio restrictivo actual, muchos temen que este trabajo pueda ser malentendido por las autoridades.
Por ejemplo, la policía ha preguntado al personal y a los voluntarios sobre cómo se utilizan los teléfonos móviles en el servicio de restauración de enlaces familiares: un programa de la Cruz Roja de larga data para restablecer y mantener el contacto entre los miembros de la familia que han sido separados debido a desastres, conflictos o migración.
La UE debe alentar la ayuda, no la duda
Ayudar a otros es un valor compartido: un pilar de la sociedad y de una democracia estable. Esto requiere un espacio cívico saludable y vibrante, reconocido por los responsables políticos por su papel vital en la promoción de la participación en la vida pública y salvaguardar contra la intimidación y la criminalización. El espacio cívico también permite la realización de los valores fundamentales de la dignidad y la solidaridad humana de la UE.
Sin embargo, los estudios de la Comisión Europea y el Parlamento Europeo destacan cómo la implementación de la Directiva de Facilitación ha creado un efecto escalofriante. Es probable que las organizaciones e individuos de la sociedad civil “piensen dos veces” antes de ofrecer ayuda a las personas sin un estatus válido. Esta vacilación no solo corre el riesgo de dejar a las personas necesitadas sin apoyo, sino que socava la sociedad en general.
A medida que el Parlamento prepara su posición antes de las negociaciones con el Consejo y la Comisión, los eurodiputados ahora tienen la oportunidad de defender nuestro espacio cívico democrático y proteger nuestro derecho a ayudar. Optar por una exención humanitaria obligatoria traería una mayor claridad legal para aquellos que ofrecen asistencia. La ley puede defender lo que creemos instintivamente como cierto: ayudar a los demás nunca debe ser una fuente de miedo o castigo.
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