¿Pacto Verde o lavado de imagen? El cambio de prioridades de la UE genera señales de alerta
Cuando Ursula von der Leyen presentó recientemente su programa político ante el Parlamento Europeo, hizo un ejercicio de equilibrio digno de una medalla de oro olímpica. Por un lado, se comprometió a cumplir los objetivos del Pacto Verde Europeo. Por otro, centró su atención en la competitividad industrial y la desregulación, una medida que podría echar por tierra décadas de progreso en materia climática y medioambiental. Las nuevas directrices solo mencionan de pasada la grave pérdida de biodiversidad, y la contaminación, que supone una amenaza para la salud, ni siquiera está en el radar.
En un momento en que las repercusiones de la crisis planetaria se están convirtiendo rápidamente en una amenaza existencial tanto para la seguridad de nuestros ciudadanos como para nuestro sistema económico, este cambio de prioridades plantea la pregunta: ¿la UE sigue tomándose en serio su resiliencia a largo plazo o sus ciudadanos están siendo engañados? El Parlamento Europeo debe exigir urgentemente claridad y afirmar su papel en la aceleración de la lucha contra el cambio climático, la pérdida de la naturaleza y la contaminación.
De la vaguedad a la rendición de cuentas: las audiencias del Comisionado
A medida que se acercan las audiencias de los comisarios, es crucial que se les someta a un riguroso interrogatorio sobre sus credenciales medioambientales. Deben demostrar un profundo conocimiento de las prioridades que se espera que defiendan, asegurándose de que los intereses creados, en particular los de los lobbies de la agricultura y los combustibles fósiles, no se filtren en los pisos superiores del Berlaymont. Es necesario examinar cuidadosamente las lagunas y debilidades en la asignación de responsabilidades y exigir correcciones al presidente electo de la Comisión, para que la UE pueda cumplir sus objetivos nacionales e internacionales.
El vicepresidente ejecutivo del Green Deal: un trabajo pendiente
En 2019, el nombramiento de un vicepresidente ejecutivo para el Pacto Verde Europeo supuso un cambio radical. Este cargo, que supervisa áreas clave como el clima, la energía, el transporte, el medio ambiente, la agricultura y la salud, fue decisivo para impulsar la agenda de sostenibilidad de la UE.
La historia demuestra que, sin un liderazgo comprometido, las iniciativas medioambientales pierden impulso rápidamente. Un vicepresidente ejecutivo (o alguien similar) debe seguir asumiendo la responsabilidad en materia de clima, naturaleza y contaminación cero, supervisando directamente las Direcciones Generales pertinentes para que su misión siga adelante. Este trabajo requiere un líder fuerte con una trayectoria probada. Cualquier otra cosa podría rebajar la importancia del Pacto Verde dentro de la jerarquía de la UE, una forma segura de provocar conflictos entre los intereses económicos y los límites planetarios, con la salud y el bienestar humanos atrapados en el fuego cruzado.
Reducción de cargas: ¿un caballo de Troya para el retroceso medioambiental?
El énfasis de Von der Leyen en la simplificación y la reducción de las cargas administrativas puede sonar atractivo (después de todo, ¿quién no querría reducir la burocracia?). Pero en materia de normativa medioambiental, existe un peligro real de que este impulso a la “simplificación” sirva como excusa para debilitar las protecciones existentes. A principios de este año, la prisa por la simplificación condujo a la desregulación medioambiental de gran parte de la costosa política agrícola de la UE, sin pasar por ningún debate público ni por una evaluación adecuada.
El Pacto Verde introdujo reformas muy necesarias. Las nuevas instituciones de la UE deben priorizar la implementación y el cumplimiento inteligentes de estas leyes, así como cerrar las brechas restantes para garantizar una transición rápida y justa. Las revisiones y revisiones regulatorias interminables solo desencadenarían años de incertidumbre económica y profundizarían las divisiones sociales.
Todos los comisarios deberían comprometerse a aplicar un principio de no regresión, garantizando que la UE no debilite sus niveles actuales de protección del medio ambiente. Al poner a prueba todo el acervo de la UE, la Comisión debe dar prioridad al fortalecimiento de la capacidad administrativa y los procedimientos de los Estados miembros de la UE, muchos de los cuales han tenido históricamente dificultades para aplicar de manera eficaz las políticas medioambientales.
¿Un acuerdo industrial limpio o un compromiso sucio?
La industria es indudablemente vital para la economía europea, ya que genera empleo y renta, pero también tiene importantes repercusiones ambientales y sanitarias. Para garantizar un futuro sostenible, debemos invertir en las industrias y tecnologías punteras del mañana, en lugar de apoyar las del pasado o, peor aún, hacer que la industria europea se hunda en callejones sin salida. El éxito del nuevo Pacto Industrial Limpio depende de que esté firmemente alineado con el Pacto Verde Europeo.
Las nuevas políticas deben priorizar la transformación industrial ecológica (haciendo hincapié en la electrificación, la eficiencia y la circularidad) sin sacrificar la seguridad social, la biodiversidad o la salud ambiental. Esto implica objetivos claros y ambiciosos de reducción de las emisiones y la contaminación. La UE debe avanzar hacia un futuro libre de tóxicos, reduciendo la demanda absoluta de energía y recursos, eliminando gradualmente los combustibles fósiles y evitando soluciones dañinas o costosas como los nuevos reactores nucleares y la bioenergía.
La financiación de la industria debe estar plenamente alineada con los objetivos ecológicos de la UE, con estrictas condiciones sociales y ambientales. La UE también debería promover la demanda de productos ecológicos creando mercados líderes, como el acero ecológico en el sector de la automoción, estimulando la contratación pública ecológica y apoyando la fabricación con emisiones netas cero mediante fondos a nivel de la UE.
Impulsando las inversiones verdes: no se puede gastar la misma moneda dos veces
La transición verde exige inversiones financieras sustanciales, como lo confirma la propia investigación de la Comisión. Un «Plan Europeo de Prosperidad Social y Verde» podría desbloquear más de un billón de euros en inversiones públicas de aquí a 2030, garantizando que todo el gasto público y privado se ajuste a los objetivos de sostenibilidad de la UE. Este plan debería incluir un sucesor del NextGenerationEU que expira en 2026, una Directiva de Transición Justa para proteger los derechos de los trabajadores durante la transición verde, financiación nueva y específica para la restauración de la naturaleza a gran escala y un mandato para que los gobiernos de la UE aumenten las inversiones verdes nacionales respaldadas por tipos de interés más bajos para los proyectos verdes.
En un momento en que las finanzas públicas sufren tensiones sin precedentes, es fundamental que los gobiernos gasten de manera responsable. Tras décadas de promesas vacías, la Comisión debe introducir una eliminación progresiva y jurídicamente vinculante de todos los subsidios a los combustibles fósiles y a la biodiversidad, que se aplique tanto a los fondos nacionales como a los de la UE. La política agrícola de la UE, que representa un tercio del presupuesto total de la UE, debería someterse finalmente a una revisión completa de su adecuación, cuyos resultados deberían estar disponibles antes de presentar nuevas propuestas.
La prueba que tenemos por delante
Las directrices políticas de Von der Leyen sientan las bases, pero la verdadera prueba está por llegar. Europa necesita un liderazgo fuerte y ambicioso en materia de clima, naturaleza y contaminación cero, junto con una aplicación estricta, una auténtica transformación industrial verde y un firme compromiso con las inversiones verdes para mantener el Pacto Verde en marcha. Cualquier otra cosa corre el riesgo de convertir una visión audaz en una promesa vacía, un riesgo que el planeta y su gente no pueden permitirse.
Este artículo es una colaboración entre BirdLife Europe, Climate Action Network Europe, European Environmental Bureau, Transport & Environment y el Fondo Mundial para la Naturaleza.