Por qué las dietas basadas en plantas son buenas noticias para los consumidores y el medio ambiente

Por qué las dietas basadas en plantas son buenas noticias para los consumidores y el medio ambiente

La popularidad de las dietas basadas en plantas se ha disparado en los países europeos en los últimos años. Este cambio en los hábitos alimentarios no sólo aporta beneficios para la salud de las personas, sino que también está ayudando a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en todo el continente. Pero, ¿qué más pueden hacer los legisladores y reguladores europeos para ayudar a los productores a mejorar aún más la salud y permitir la transición a cero emisiones netas?
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En los últimos años, cualquiera que coma fuera o compre en un supermercado local habrá notado que los restaurantes, cafés y minoristas han ampliado radicalmente la cantidad de opciones basadas en plantas disponibles para sus clientes.

Esta es una respuesta del mercado al fuerte aumento en el número de europeos que se identifican como flexitarianos, vegetarianos o veganos. Incluso más allá de esos grupos específicos, muchos consumidores están optando por comprar menos carne. Esto puede deberse a diversas razones: preocupación por el bienestar animal, mejorar la salud personal, ayudar a combatir el cambio climático o simplemente ahorrar dinero.

“Las opciones actuales para las personas que eligen no comer carne están muy lejos de un plato vegetariano limitado en un menú que podría haber sido el caso hace una década”, dijo al Parlamento Alessandro Tschirkov, de la empresa líder en salud y bienestar Herbalife. “Los cambios en los hábitos alimentarios son esencialmente elecciones personales, pero el impacto acumulativo de esas decisiones individuales tiene el potencial de ser enormemente importante para Europa en su conjunto”.

Los datos respaldan la opinión de Tschirkov de que el paso a dietas basadas en plantas puede desempeñar un papel importante a la hora de ofrecer un conjunto más amplio de beneficios medioambientales a Europa. Un tercio de todas las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero provienen de la cadena alimentaria y algunos estudios indican que la producción de carne y lácteos de Europa genera más gases de efecto invernadero que todos los automóviles y camionetas del bloque juntos. A medida que la UE acelera sus esfuerzos para alcanzar su objetivo legalmente vinculante de lograr cero emisiones netas para 2050, está claro que los cambios en la agricultura y la producción de alimentos simplemente tienen que ser una parte integral de la solución.

Es un punto que no pasa desapercibido para los responsables políticos europeos. El eurodiputado Tom Vandenkendelaere dijo al Parlamento que es necesario actuar para apoyar la elección de los consumidores y cumplir las ambiciones netas cero de Europa.

“Una dieta equilibrada es clave no sólo para la salud de las personas sino también para la biodiversidad del planeta, ya que puede ayudar a reducir nuestra huella de emisiones”, explica. “Esto significa que debemos centrarnos en estimular el crecimiento de nuevos cultivos ricos en proteínas”.

Apoyar a los productores que ayudan a los consumidores a reducir la cantidad de carne que consumen es una herramienta poderosa que los formuladores de políticas tienen a su disposición. La producción de carne de vacuno emite casi 50 kg de CO2 por cada 100 g de proteína, mientras que las legumbres producen menos de un kilogramo. Más allá de los gases de efecto invernadero, las proteínas de origen vegetal también requieren menos recursos. Por ejemplo, la producción de carne de vacuno requiere cinco veces más agua y diez veces más tierra en comparación con las alternativas basadas en plantas.

“Adoptar alimentos de origen vegetal es una forma poderosa de reducir nuestro impacto ecológico, mitigar el cambio climático, conservar los recursos naturales y fomentar un planeta más saludable”, explica Tschirkov. “Como consumidores, todos tenemos el poder de generar un impacto positivo a través de nuestras elecciones alimentarias diarias. Sin embargo, apoyar esas opciones exige la acción de los reguladores y legisladores”.

A Tschirkov le gustaría ver cambios que ayuden a dar forma a un entorno operativo que fomente una mayor inversión e innovación en la producción de alimentos de origen vegetal. En su opinión, esto es esencial si Europa quiere desbloquear la inversión de empresas que están desarrollando alternativas basadas en plantas que son cada vez más importantes para las dietas europeas.

Una pieza clave de política en el horizonte es la revisión prevista de la Estrategia de Proteínas de la Comisión Europea. Líderes de la industria como Herbalife están pidiendo esta revisión para resaltar las medidas que pueden apoyar la producción de proteínas vegetales en la UE. Argumentan que estos deberían ir más allá de centrarse en la producción de piensos para animales y, en cambio, reconocer la creciente importancia de las proteínas vegetales en las dietas europeas. También les gustaría ver cambios en los regímenes del IVA para los productos alimenticios de origen vegetal, para garantizar que sean asequibles para más hogares.

“Estamos asistiendo a un cambio enorme en los hábitos alimentarios de los europeos”, nos recuerda Tschirkov. “Las políticas deben reconocer esto y establecer medidas para garantizar que exista un enfoque estratégico que pueda respaldar las decisiones que los consumidores ya están tomando”.

Esta es una opinión que comparte el eurodiputado Tom Vandenkendelaere. Dijo al Parlamento que confía en que la próxima revisión incluirá acciones efectivas que apoyarán a los consumidores, la industria y el medio ambiente.

Una dieta equilibrada es clave no sólo para la salud de las personas sino también para la biodiversidad del planeta, ya que puede ayudar a reducir nuestra huella de emisiones.

“En nuestra próxima Estrategia Europea de Proteínas nuestro objetivo es aumentar la autonomía de la Unión Europea impulsando la producción de proteínas vegetales”, explica. “Necesitamos asegurarnos de que incluya a los agricultores junto con toda la cadena de valor de los alimentos y tenga en cuenta los principios de la economía circular”.

La clave para lograr estos resultados compartidos será la participación activa del sector agrícola, la inversión en investigación y campañas para aumentar el conocimiento sobre los sistemas alimentarios basados ​​en plantas. También existe la necesidad de una estrecha colaboración entre empresas, reguladores y científicos líderes para crear conjuntamente soluciones que brinden beneficios para la salud y el medio ambiente.

Tschirkov acoge con agrado el progreso que se está logrando, pero advierte que las políticas tendrán que avanzar más y más rápidamente si se quiere seguir el ritmo de los rápidos cambios en los hábitos de los consumidores.

“Las políticas ya están tratando de ponerse al día con los consumidores, pero ahora necesitan adelantarse a esa curva”, argumenta. “Con la revisión de la Estrategia Europea de Proteínas, existe una oportunidad oportuna para que los políticos desempeñen un papel de liderazgo a la hora de impulsar los cambios que los consumidores desean y que generen menores emisiones, mayor biodiversidad y una población más saludable”.

Mientras los consumidores siguen buscando alternativas a la carne, Europa tiene ahora la oportunidad de fomentar una industria que responda a sus necesidades. Con una acción coordinada de la industria y la Comisión Europea, esto podría convertirse en una muy buena noticia tanto para los consumidores como para el medio ambiente.