Por qué una economía circular cambiaría las reglas del juego para la UE
Entre el público en general, el reciclaje a menudo se equipara erróneamente con la economía circular.
Sin embargo, existen dos formas distintas de reciclaje: “lineal” y “circular”. Y ahora más que nunca, es imperativo que los estados miembros de la Unión Europea avancen hacia esto último, a fin de impulsar la productividad de industrias críticas y seguir siendo competitivos en un panorama empresarial global cada vez más complejo.
Las deficiencias del reciclaje lineal.
El enfoque lineal del reciclaje se ve principalmente como una faceta de la llamada gestión de residuos, una noción inherentemente contraria a los principios de la economía circular.
También está plagado de importantes limitaciones.
En primer lugar, en la gran mayoría de los casos, el reciclaje lineal equivale a downcycling, lo que significa que el valor del material recuperado se reduce en comparación con su valor original. Por ejemplo, el plástico reciclado, particularmente en su forma de polietileno, a menudo tiene importantes limitaciones en su uso. Del mismo modo, el acero y la madera suelen reutilizarse en aplicaciones menos prestigiosas que su anterior posicionamiento en el mercado.
Esta tendencia a la degradación se extiende a materiales más complejos y compuestos, como los desechos electrónicos o los paneles fotovoltaicos, que, incluso cuando se procesan adecuadamente, se reducen a arena de sílice y luego se emplean para fines básicos de construcción. Al disminuir el valor de la producción, el downcycling obliga a los recicladores a buscar economías de escala para reducir costos, comprometiendo potencialmente aún más la calidad de los procesos.
Además, el reciclaje lineal es comparable a un tamiz de malla ancha. En el típico proceso lineal de recuperación y reciclaje de metales, el motor de un electrodoméstico al final de su vida útil –o de un coche eléctrico– podría producir hierro y aluminio por un valor de unos 200 euros por tonelada. Sin embargo, materiales de alto valor como el neodimio, un componente crítico de las tierras raras con múltiples aplicaciones en la movilidad eléctrica y un valor de mercado de más de 40.000 euros por tonelada, podrían pasar desapercibidos.
Por último, pero no menos importante, el marco regulatorio predominante en la UE todavía se basa en el origen de un material, más que en su naturaleza intrínseca. Como resultado, artículos idénticos, desde computadoras e impresoras hasta máquinas de rayos X, están sujetos a diferentes rutas y protocolos de tratamiento. Este enfoque sigue una perspectiva lineal, que dicta que los productos terminan su ciclo de vida siguiendo el mismo camino por el que ingresaron al mercado.
Redefiniendo el reciclaje
Un sistema de reciclaje circular representa un cambio de paradigma con respecto a los métodos convencionales y tiene como objetivo superar las limitaciones del reciclaje lineal.
Implica la creación de oportunidades para el reciclaje, donde el valor total (o incluso mejorado) de los materiales se recupera y se reintroduce en un ciclo de producción capaz de maximizar su utilidad. Los ejemplos incluyen la reintroducción del neodimio en la producción de imanes para motores eléctricos o de células solares de silicio para otros productos electrónicos.
El reciclaje circular también implica el establecimiento de procesos personalizados para separar meticulosamente los materiales en función de sus propiedades inherentes. Luego, los materiales pueden pasar por vías de tratamiento específicas que facilitan su reintroducción sin problemas en el ciclo de producción de artículos “nuevos” de una manera verdaderamente circular. Estos procesos deben diseñarse conjuntamente con el producto desde el principio, agilizando el diseño para el desmontaje.
En última instancia, es fundamental reestructurar el ecosistema de recolección, avanzando hacia un modelo basado en la naturaleza del material que se va a reciclar (en lugar de únicamente en el estado de propiedad del producto al final de su vida útil) que interactúe fuertemente con los productores y no solo con la gestión de residuos. compañías.
Un punto de inflexión para la economía de la UE
Sólo a través de un sistema de reciclaje circular podrá la economía de la UE alcanzar la sostenibilidad, tanto ambientalmente (reduciendo la demanda de nuevos recursos) como económicamente, maximizando los recursos que ya tenemos a nuestra disposición.
Dado que Europa importa actualmente alrededor del 50% de su litio, el 60% de su cobalto, el 70% de su silicio metálico y el 90% de las tierras raras esenciales para la transición verde en curso, permitir que estos recursos se escapen a través de nuestros procesos lineales de reciclaje representa una intolerable pérdida de valor.
En 2023, Europa importó 60.000 toneladas de silicio metálico y 30.000 toneladas de litio. Esto representó el 70% y el 50% de su necesidad total, respectivamente, para instalar 56 GW de paneles fotovoltaicos y desarrollar nuevos vehículos eléctricos. Al mismo tiempo, 46 GW de paneles fotovoltaicos obsoletos y 500.000 vehículos eléctricos finalizarán su ciclo de vida en los próximos cinco a diez años, produciendo 69.000 toneladas de silicio metálico y 15.000 toneladas de litio.
La adopción del reciclaje circular puede equilibrar la oferta y la demanda, reducir la dependencia de la UE de las importaciones y generar importantes beneficios económicos. El litio está valorado en más de 20.000 euros por tonelada y el silicio metálico en 3.000 euros por tonelada.
Iniciativas recientes de la UE, como la nueva Directiva marco sobre residuos, el Plan de acción para la economía circular y la Ley de materias primas críticas, son avances prometedores. El desafío que enfrentamos es actuar con rapidez para asegurarnos de capitalizar estos esfuerzos a tiempo.