Artículo de opinión: Por qué Europa debe mantener un enfoque unificado tras la victoria de Trump
La victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales de Estados Unidos, si bien no es sorprendente, ha provocado conmociones a través del Atlántico. El éxito de Trump ha llamado la atención sobre posibles cambios en la política exterior estadounidense para su segundo mandato.
Una de las preocupaciones más apremiantes para la Unión Europea es cómo abordará la administración Trump a China, que muchos creen que será un foco clave en varias áreas de su política. Trump ha sugerido anteriormente tratar a la UE como una “mini China”, lo que ha generado temores de que el bloque pueda verse atrapado en un tira y afloja geopolítico y económico entre las dos superpotencias.
Los vínculos económicos de la UE con China han crecido significativamente durante la última década, pero la administración Trump puede impulsar una postura más confrontativa. Eso podría significar eximir a la UE de aranceles directos a cambio de compromisos para aumentar las importaciones de gas natural licuado estadounidense y alinearse contra China. Esto podría colocar al bloque en una posición precaria, obligado a elegir entre alinearse con Estados Unidos en materia de comercio y seguridad, o continuar sus propios compromisos económicos con China.
Los países europeos también enfrentan un dilema con respecto a sus compromisos militares, particularmente en el contexto de la OTAN y el gasto en defensa. La primera administración de Trump fue una firme defensora de un mayor gasto militar entre los miembros de la OTAN. Hay pocas razones para esperar que su segundo mandato se desvíe de esto.
Estados Unidos puede presionar a los países europeos para que superen el objetivo de la OTAN del 2% del PIB para gastos de defensa, a pesar de que países como Polonia y Francia ya han cumplido o se acercan a este objetivo. Esto podría profundizar las divisiones dentro de Europa, especialmente con países como Alemania que se están quedando atrás en sus compromisos de gasto.
La política de Trump sobre la actual guerra de Rusia en Ucrania también genera incertidumbre. Trump ha expresado escepticismo sobre el alcance de la participación de Estados Unidos en Ucrania, pero aún no está claro cómo equilibrará su retórica de “Estados Unidos primero” con las realidades de un conflicto prolongado en Europa.
Algunos de los nombramientos del gabinete de Trump se han alejado del típico perfil MAGA (Make America Great Again). Aunque desde entonces ha retrocedido en críticas anteriores a Trump, el senador Marco Rubio proviene de un entorno republicano más tradicional alineado con el complejo militar-industrial. Designarlo como Secretario de Estado sugiere continuidad con el status quo de la política exterior estadounidense, especialmente en defensa y comercio.
Otros nombramientos, como el del escéptico del cambio climático Chris Wright en el Departamento de Energía y la controvertida elección de Mike Huckabee como embajador en Israel, indican que el enfoque de Trump puede girar hacia políticas agresivas en Medio Oriente, particularmente con Israel.
Si bien la UE está presionando para que se adopten medidas más contundentes sobre el cambio climático, incluida la adhesión al Acuerdo de París, la administración Trump ha manifestado interés en revertir los compromisos ambientales. De manera similar, el poder de la industria tecnológica estadounidense, encarnado por figuras públicas como Elon Musk, presenta desafíos para la UE en su intento de regular tecnologías emergentes como la inteligencia artificial y proteger contra la desinformación en las plataformas de redes sociales.
La UE debe entablar difíciles debates sobre cómo mantener un enfoque unificado en materia de defensa, comercio y diplomacia. La creciente división entre la UE y Estados Unidos en estos temas señala la necesidad de que la UE fortalezca sus propias instituciones y encuentre formas de afirmar una mayor soberanía en un mundo cada vez más multipolar, todo ello sin sacrificar sus valores democráticos y su cohesión social.