Artículo de opinión: Por qué los próximos cinco años son decisivos para las telecomunicaciones de la UE

Artículo de opinión: Por qué los próximos cinco años son decisivos para las telecomunicaciones de la UE

Se necesita una legislación estratégica que fomente la innovación y asegure la financiación para una infraestructura sólida para garantizar la sostenibilidad, la competitividad y la seguridad en el sector de las telecomunicaciones de la UE.
Ingenieros de telecomunicaciones instalan equipos en un mástil en el condado de Donegal, Irlanda.

La tecnología y el comercio serán las herramientas clave de la Unión Europea para mantener la competencia en el escenario global en los próximos cinco años. Dadas las luchas del bloque en estas áreas, perder incluso un año aquí equivale a quedarse diez atrás en otras.

Para mantenerse a la vanguardia, la UE debe remodelar su sector tecnológico y su infraestructura digital atrayendo inversiones críticas. Esto exige competencia e innovación.

Los avances en las telecomunicaciones son –y seguirán siendo– esenciales para la competitividad, el crecimiento económico, la seguridad y el bienestar social de Europa. En términos de políticas, esto requiere un mercado interno más fuerte y reglas que permitan a las industrias prosperar. Si bien la desregulación puede parecer una opción atractiva, corre el riesgo de favorecer a unos pocos operadores de telecomunicaciones dominantes a expensas del mercado y de los consumidores en general. Al mismo tiempo, sin reformas, no podemos esperar ningún cambio significativo.

La necesidad de una inversión rápida

El dinero será crucial. La UE debe incentivar inversiones significativas en un despliegue seguro y transformador de 5G para garantizar redes rápidas, confiables y confiables. Afortunadamente, la UE alberga a dos líderes mundiales de 5G: Nokia y Ericsson. Sin embargo, desde el punto de vista de la oferta, no pueden hacer mucho.

Por el lado de la demanda, la UE enfrenta una brecha de inversión considerable, y tanto el B2B como el comercio minorista luchan por seguir el ritmo de la tecnología de punta. Sectores clave, como la manufactura, la atención médica y el transporte, han tardado en adoptar las tecnologías 5G, en parte debido a retrasos en su implementación. Aunque 5G cubre ahora a casi el 90 por ciento de la población de la UE, la cobertura es desigual, lo que crea una brecha digital, especialmente entre las zonas rurales y urbanas. Esta división, a su vez, socava los objetivos más amplios de transformación digital de la UE.

Sin inversiones sólidas del lado de la demanda en infraestructura, aplicaciones e incentivos para los usuarios finales, la implementación seguirá retrasada, especialmente en las zonas rurales donde la inversión privada es menos atractiva. Además, la UE enfrenta regulaciones fragmentadas y una colaboración público-privada débil.

Ésta no es forma de competir con Estados Unidos y China.

Mejor regulación, no más

Una estrategia unificada en la asignación de espectro (la asignación de frecuencias de radio para comunicaciones inalámbricas, que actualmente varía entre los estados miembros de la UE) puede reducir los costos para los operadores al simplificar las operaciones transfronterizas y crear economías de escala, lo que conduciría a tiempos de implementación más rápidos.

La UE también necesita nuevas normas, ni más ni menos, sino más inteligentes y estratégicas. Los formuladores de políticas deberían ir más allá de meras directrices para crear un marco legal unificado que obligue a los estados miembros a implementar protocolos de seguridad estrictos y uniformes en todos los aspectos de la infraestructura digital. Esto generaría confianza en el ecosistema tecnológico europeo, lo que beneficiaría tanto al sector como a los consumidores.

Finalmente, la seguridad es imperativa. El dominio de China en las cadenas mundiales de suministro de telecomunicaciones genera preocupaciones sobre la dependencia y la seguridad. Responder a estos riesgos requiere una acción decisiva tanto de la Comisión Europea como del Parlamento Europeo.

La caja de herramientas 5G de la UE, que proporciona un marco común para evaluar y mitigar los riesgos de seguridad en las redes 5G en todos los estados miembros, fue un buen comienzo, pero sus medidas deben fortalecerse para garantizar el cumplimiento. Alternativamente, el desarrollo de una legislación vinculante podría salvaguardar la seguridad a nivel de la UE, siempre que no impida la competencia ni arriesgue prácticas monopolísticas.

Con el 6G en el horizonte, la UE debe tomar la iniciativa en materia de rendimiento tecnológico y seguridad, diseñando redes energéticamente eficientes que satisfagan las demandas de una sociedad ávida de datos.

Buscando buenas señales (políticas)

La próxima Comisión debe priorizar una hoja de ruta estratégica para un sector de telecomunicaciones competitivo, seguro y resiliente. La cooperación entre operadores y formuladores de políticas es fundamental.

La legislación debe fomentar la innovación y la competencia leal equilibrando el crecimiento del mercado y la regulación, garantizando que las leyes no sean demasiado restrictivas, lo que sofoca la innovación, ni demasiado indulgentes, lo que permite prácticas monopolísticas. Lograr este equilibrio respalda tanto el avance tecnológico como la protección del consumidor.

No existe una varita mágica, pero el próximo ciclo político debe adoptar una legislación de telecomunicaciones adaptable: un marco regulatorio flexible que pueda responder rápidamente a avances tecnológicos como 6G, al tiempo que garantiza que las regulaciones sigan siendo relevantes y efectivas.

La innovación trae consigo disrupción. Si la UE quiere competir en el espacio tecnológico a nivel mundial –una tarea de vida o muerte a los ojos del informe Draghi– necesita asegurarse de que su sector de telecomunicaciones esté preparado para ello.