Cinco poderosas tecnologías emergentes que la UE puede moldear en esta década
Desde la máquina de vapor hasta la electricidad e Internet, la tecnología ha tenido un profundo impacto en el mundo moderno. En la próxima década, cinco poderosas tecnologías emergentes están preparadas para transformar radicalmente las sociedades.
La UE y sus socios con ideas afines pueden aprobar leyes y reglamentos que fomenten la investigación, el desarrollo y la innovación, protegiendo al mismo tiempo la seguridad pública y la autonomía individual. Comprender los riesgos asociados a estas tecnologías y cómo se relacionan entre sí es un primer paso esencial.
Los cambios en los mercados y en la dinámica del poder mundial ya están en marcha. Como observó Thierry Breton a principios de este año, “hemos entrado en una carrera global en la que el dominio de las tecnologías es central” para navegar en el “nuevo orden geopolítico”.
Sin duda, la disrupción tecnológica no es un fenómeno nuevo. Lo que distingue a las tecnologías emergentes de la actualidad es que han llegado a un punto en el que incluso a sus creadores les cuesta entenderlas.
Pensemos, por ejemplo, en la inteligencia artificial generativa. Los mecanismos precisos por los que los grandes modelos de lenguaje como ChatGPT generan respuestas a las indicaciones del usuario aún no se comprenden del todo, ni siquiera por sus propios desarrolladores.
Lo que sí sabemos es que la IA y otras tecnologías que avanzan rápidamente, como las tecnologías cuánticas, la biotecnología, la neurotecnología y la tecnología de intervención climática, son cada día más influyentes.
Puede que parezcan cuestiones lejanas, meras especulaciones, pero la investigación sugiere que algunas de estas tecnologías podrían implementarse antes de que termine esta legislatura parlamentaria.
-
Las empresas privadas están empezando a probar tecnologías de modificación de la radiación solar (o “geoingeniería”). Con una cantidad de financiación bastante mínima (apenas una diecinueveava parte del coste de reconstrucción de la catedral de Notre Dame), podríamos ver una implantación a escala inferior en los próximos cinco años, sin supervisión pública.
-
Los expertos creen que en 2027 veremos el desarrollo de sistemas de IA capaces de aprender por sí mismos y de planificar de forma autónoma a largo plazo. Y ya estamos viendo sistemas de IA que detectan cuando sus creadores los están poniendo a prueba.
-
Las secuencias biológicas de la mayoría de las familias virales están disponibles en línea y las materias primas necesarias para sintetizarlas o modificarlas se pueden pedir con unos pocos clics. Antes de que termine esta década, los sintetizadores de ADN de sobremesa podrían ser capaces de imprimir los genomas completos de algunos de los virus más simples y, potencialmente, crear nuevos patógenos.
Dónde debe Europa adelantarse a la curva
Existe un consenso creciente acerca de que una Europa verdaderamente competitiva debe ganar algunas de las batallas de innovación que tenemos por delante.
En los últimos 20 años, un puñado de gigantes tecnológicos estadounidenses han invertido mucho en investigación y acumulado riqueza y talento que les permite conquistar nuevos mercados antes de que surjan competidores potenciales. Esa concentración de poder de innovación permite a estos pocos actores mantener su dominio del mercado y decidir cómo se utilizan sus tecnologías en todo el mundo. Los reguladores se han apresurado a promulgar salvaguardas sociales para tecnologías cada vez más poderosas y complejas, y la brecha de conocimiento entre el sector público y el privado se está agravando.
Es hora de que los responsables de la toma de decisiones de la UE se anticipen a la próxima tendencia. Deben informarse sobre lo que está sucediendo exactamente en la vanguardia. Esperar hasta que se introduzcan nuevas tecnologías en el mercado es esperar demasiado.
Por ejemplo, además de desarrollar vacunas y sistemas de detección temprana para rastrear la propagación de virus, los bioingenieros están desarrollando nuevas herramientas para diseñar moléculas, células u organismos enteros, lo que conduce a nuevos medicamentos, materiales y cultivos. Neuralink, una empresa propiedad de Elon Musk, quien también es dueño de X (antes Twitter), está trabajando en ensayos con implantes de chips en los cuerpos de personas discapacitadas y en mejorar la velocidad a la que los humanos se comunican con los sistemas a través de la interacción directa cerebro-computadora.
Mientras tanto, los ingenieros cuánticos están desarrollando un nuevo tipo de computadora que podría romper los sistemas de cifrado existentes, cruciales para la ciberseguridad y la privacidad. Ahora que el rápido calentamiento del planeta y las sequías, inundaciones y tormentas asociadas son una amenaza clara y presente, hay un número creciente de líderes que exploran opciones radicales para frenar el calentamiento global mediante intervenciones tecnológicas como la modificación de la radiación solar, pero aún enfrentamos una escasez de investigación en el mundo real y carecemos de las estructuras de gobernanza global para tomar decisiones conjuntas y, si queremos, hacer que funcionen en beneficio de todos en el largo plazo.
Si bien estos avances son muy prometedores, su aplicación imprudente podría provocar daños irreversibles. El efecto desestabilizador de las redes sociales no reguladas en los sistemas políticos durante las últimas décadas es un claro ejemplo.
La importancia de la política de la UE
Independientemente de si nos entusiasman las posibilidades de la innovación tecnológica o nos preocupan los riesgos potenciales, las características únicas, el poder corporativo y la escala global de estas tecnologías requieren de medidas de protección y supervisión. El inmenso poder y alcance global de estas empresas, junto con el potencial de uso indebido y consecuencias no deseadas, subrayan la importancia de garantizar que estos sistemas se utilicen de maneras que beneficien a la sociedad.
En este caso, los gobiernos se enfrentan a una tarea aparentemente imposible: deben supervisar sistemas que sus creadores no entienden del todo y, al mismo tiempo, tratar de anticipar los avances futuros. Para sortear este dilema, los responsables de las políticas deben profundizar su comprensión de cómo funcionan estas tecnologías, así como de la interacción entre ellas.
Para ello, los reguladores deben tener acceso a información independiente. Los líderes demócratas necesitan conocimientos especializados orientados a la formulación de políticas sobre tecnologías emergentes, no las estrategias de los grupos de presión.
La UE está en una posición privilegiada para gobernar las tecnologías emergentes sobre la base de un sólido Estado de derecho. En la última década, la UE se ha convertido en un líder mundial en materia de política tecnológica, y ha introducido una oleada de nuevas leyes digitales y de datos (muchas de ellas, leyes pioneras y emblemáticas) que, en conjunto, forman una sólida base jurídica que sustenta los mercados y las sociedades de Europa. Desde la emblemática ley de protección de datos (Reglamento General de Protección de Datos) hasta la regulación de las plataformas en línea (Ley de Servicios Digitales), pasando por la modernización de la competencia digital (Ley de Mercados Digitales) y la primera ley de inteligencia artificial del mundo (Ley de Inteligencia Artificial), estas leyes subrayan el compromiso de la UE de fomentar la innovación, proteger los mercados justos y salvaguardar los principios democráticos, sentando las bases para un futuro digital más seguro y centrado en el ser humano.
Pero estas medidas recientes son sólo el comienzo. Implementar, hacer cumplir, actualizar y garantizar el futuro de esas regulaciones será una tarea interminable. Y, al mismo tiempo que realiza esta tarea en el caso de la IA, la UE necesita garantizar marcos sólidos en líneas similares para dominios como la biotecnología, la neurotecnología y las tecnologías de intervención climática.
Para obtener más información, comuníquese con Rowan Emslie, CCO de ICFG en [email protected].