El primer ministro cubano, Manuel Marrero Cruz, acababa de presentar el plan de estabilización macroeconómica de su gobierno cuando el presidente Miguel Díaz-Canel tuvo que volver a calmar los ánimos. Las medidas no son la implementación de un “paquete neoliberal contra el pueblo”, aseguró a los legisladores en la última sesión parlamentaria del año, pero sí contienen “decisiones complejas, tan complejas como la situación” en la que se encuentra Cuba.
La isla caribeña ha estado en medio de una grave crisis económica y de suministro durante los últimos tres años, con inflación galopante y escasez de combustible y medicamentos. Los frecuentes cortes de electricidad han dominado la vida cotidiana, provocando una ola de emigración sin precedentes.
En respuesta, el gobierno cubano ha anunciado uno de los mayores planes de ajuste macroeconómico de las últimas décadas para 2024. Aumentando los precios de la energía y acabando con los subsidios generales a los suministros básicos, el anuncio de Marrero sorprendió cuando lo presentó ante la Asamblea Nacional del Pueblo. Power, el congreso de Cuba, a finales de diciembre.
Déficits en todos los niveles
“Estamos muy insatisfechos porque no hemos logrado los avances necesarios y mitigado los efectos de los fenómenos externos”, dijo Marrero a los parlamentarios, en referencia al bloqueo estadounidense al país.
“Podríamos haber hecho más. Todavía existen deficiencias y problemas subjetivos que afectan la capacidad de los programas y las previsiones económicas”.
La valoración de Marrero fue demoledora. Cuba no ha logrado los ingresos por exportaciones planeados y todavía hay un enorme déficit de divisas. Los bienes y servicios no se están diversificando y no ha habido un aumento sostenible de la producción, particularmente en lo que respecta a los alimentos. Mientras tanto, la inversión extranjera en el desarrollo económico es insuficiente.
El plan de Marrero apunta a reducir el gasto gubernamental elevando los precios previamente limitados por el estado. Al mismo tiempo, el gasto público en subsidios se reducirá brindando apoyo financiero a grupos socialmente vulnerables en lugar de subsidiar productos: un cambio de paradigma en la política.
“No es justo que los que tienen mucho reciban lo mismo que los que tienen muy poco”, afirmó. “Hoy subvencionamos tanto a un jubilado como al propietario de una gran empresa privada que tiene mucho dinero”.
Subvencionar a personas en lugar de productos
Marrero se refería a la libreta de racionamiento, a través de la cual alimentos básicos como arroz, frijoles, aceite de cocina, pollo y otros productos se distribuyen equitativamente a todos los cubanos a precios fuertemente subsidiados. Según el ministro de Economía, Alejandro Gil Fernández, esto equivale a un gasto anual de 1.600 millones de dólares (1.440 millones de euros) para Cuba.
El objetivo es crear “un sistema más justo y eficiente” y “no dejar a nadie en la estacada”, afirmó Marrero, reconociendo tácitamente el aumento de las desigualdades sociales y económicas. Posteriormente, el presidente Díaz-Canel contrarrestó los temores de que la libreta pudiera abolirse por completo.
Marrero también anunció aumentos de tarifas, declarando que el Estado no puede continuar con el “despilfarro” de subsidios al agua, la electricidad, el gas licuado y los combustibles. Otras medidas incluirán futuras ventas de gasolina y diésel a turistas a cambio de divisas, un transporte público local más caro y aumentos salariales en los sectores de educación y salud, que se han visto particularmente afectados por la escasez de personal.
El gobierno también ajustará el tipo de cambio oficial del peso cubano (CUP) al dólar estadounidense, dijo Marrero, basándose en las recomendaciones del banco central. El tipo de cambio oficial actualmente es de 24 CUP por dólar estadounidense para personas jurídicas y de 120 CUP para personas físicas. En el mercado informal, el dólar estadounidense subió ahora a 265 CUP.
Los números subrayan la crisis
El gobierno cubano publicó recientemente varias cifras macroeconómicas que subrayan la tendencia a la baja de la economía. El gobierno estima que el producto interno bruto se contraerá entre un 1% y un 2% para 2023, después de pronosticar un crecimiento del 3% a principios de 2023. La inflación en el mercado formal rondaba el 30% a finales de año, aunque la inflación informal es mucho más alto.
El turismo también estuvo muy por debajo de las expectativas en 2023, con poco menos de 2,45 millones de viajeros al país. Por lo tanto, otras medidas del plan de estabilización macroeconómica tienen como objetivo reactivar el sector. Otros esfuerzos para impulsar la economía incluirán promover la producción de productos exportables como níquel, tabaco y ron, así como la importación de materias primas y productos intermedios para impulsar la producción nacional.
Se mejorará el acceso de las empresas a divisas mediante la expansión del comercio electrónico con pagos desde el exterior, y se aumentará la inversión extranjera, particularmente en la producción de alimentos y la expansión de las energías renovables. A partir del 1 de enero se aplicarán nuevos impuestos, junto con aumentos y reducciones arancelarias, a las empresas privadas cubanas.
“Nada nos alegraría más que anunciar que se aumentarán los salarios y tendremos suficientes divisas y combustible para acabar con el peso de la escasez”, afirmó Díaz-Canel. “Desafortunadamente, todos sabemos que esto no es posible”.
Ahora es el momento de avanzar con “una corrección gradual”, dijo el presidente, advirtiendo que ninguna medida única resolverá todos los desafíos. “Más bien, las medidas en conjunto pueden exacerbar inicialmente ciertos problemas”.
Sin embargo, Díaz-Canel confió en que los cambios anunciados “marcarán el inicio de una nueva tendencia en el comportamiento de la economía cubana”.