El bioetanol apoya la seguridad alimentaria y los objetivos climáticos
La ciencia ha vuelto a reafirmarlo: ‘Alimentos versus combustible’ es una falacia, un argumento equivocado que ha desconectado la política energética y climática de la UE de las condiciones del mundo real y ha ayudado a mantener el predominio del petróleo.
Un nuevo estudio de expertos realizado por el Instituto Nova confirma que la diversificación de los usos de los cultivos es esencial para un sector agrícola competitivo y resiliente, impulsando la seguridad alimentaria, contribuyendo a la mitigación del cambio climático y apoyando la biodiversidad mientras se produce bioenergía y materiales de base biológica.
El nuevo informe muestra que “alimentos, combustible y más” debería ser el nuevo lema que guíe la formulación de políticas sólidas. Ahora que se avecinan importantes revisiones legislativas, ha llegado el momento de que los responsables de la toma de decisiones comprendan cómo los diversos usos de la biomasa hacen que los agricultores sean menos vulnerables y más competitivos a medida que el mercado de la UE está más abierto a las importaciones.
El estudio explica que alentar a los agricultores a producir alimentos para muchos usos es una forma económica de crear una reserva de alimentos de emergencia en caso de crisis. Cubrir las tierras con paneles solares o cultivos no alimentarios no proporcionaría tal flexibilidad.
Desfosilizar la economía requiere biomasa. Limitar la biomasa a desechos y residuos es una receta para el fracaso por tres razones:
1) son recursos escasos;
2) son demasiado caras;
3) los competidores no pertenecientes a la UE no operan bajo las mismas limitaciones.
El etanol europeo respalda los ingresos de los agricultores, la producción de cultivos alimentarios y la producción de alimentos
El estudio dice que depender casi exclusivamente de desechos y residuos requeriría de cinco a 20 veces más tierra y costaría entre dos y tres veces más que utilizar materias primas agrícolas.
El debate “alimentos versus combustible” ha dado lugar a decisiones que han frenado la desfosilización en el transporte por carretera y dificultarán la desfosilización de la aviación y el transporte marítimo, pero la labor legislativa en curso ofrece una oportunidad para aplicar una estrategia beneficiosa para todos que realmente traerá prosperidad económica a nuestras agendas verdes y de soberanía.
El etanol europeo apoya los ingresos de los agricultores, la producción de cultivos alimentarios y la producción de alimentos. Se producen grandes volúmenes de etanol (tanto de cultivos como de segunda generación) en sinergia con el azúcar y el almidón.
La producción de etanol genera coproductos alimentarios para animales con alto contenido de proteínas y CO2 biogénico que reemplaza el CO2 fósil en aplicaciones industriales y de bebidas. El etanol se suministra a múltiples industrias, incluidas la farmacéutica, hospitales, bebidas, perfumes, cosméticos y más.
Con una reducción promedio de emisiones de GEI del 80% en comparación con la gasolina, el etanol es una de las alternativas al petróleo más disponibles y competitivas en el transporte por carretera. Por eso es tan importante que la regulación del CO2 en los automóviles sea tecnológicamente abierta y reconozca el bioetanol como un combustible neutro en carbono.
En la bioeconomía más amplia, el etanol es una molécula que puede ayudar a la industria química de la UE a responder tanto a una dependencia excesiva de las moléculas importadas como a la necesidad de desfosilización.
El etanol también se puede utilizar para desfosilizar los sectores marítimo y aeronáutico. Los cambios en las regulaciones pertinentes para poner fin a la discriminación dogmática contra el bioetanol de primera generación permitirían que surgiera una industria de alcohol a chorro en la UE y alentarían las prometedoras pruebas en curso con etanol en el transporte marítimo.
En la bioeconomía más amplia, el etanol es una molécula que puede ayudar a la industria química de la UE a responder tanto a una dependencia excesiva de moléculas importadas como a una necesidad de defosilización. Ocho Estados miembros ya han pedido a la Comisión Europea que apruebe una Ley de la UE sobre sustancias químicas críticas.
Afirmaron que “el glicerol y el etanol de origen biológico son probablemente las moléculas de origen biológico con los mayores volúmenes producidos hasta la fecha, ya que se han beneficiado del desarrollo de los biocombustibles… Las tecnologías están ampliamente disponibles y tienen un costo molecular final cercano al de sus contrapartes de origen fósil”.
Es hora de ir más allá de los argumentos falsos. Cuando se trata de biocombustibles sostenibles como el etanol renovable, la UE necesita un plan coherente que abarque las sinergias en juego en el mundo real.
Lea el estudio del Instituto Nova sobre la importancia de la biomasa para los agricultores europeos