El juicio por asesinato de Paty arroja luz sobre la democracia francesa

El asesinato del profesor de historia francés Samuel Paty el 16 de octubre de 2020 dejó al país en profunda conmoción. Y, sin embargo, algunos sienten que el primer caso judicial sobre el presunto papel de seis menores en el ataque no logra generar un debate muy necesario. Se espera un veredicto este viernes.

Un viernes por la tarde de 2020, un adolescente checheno de 18 años apuñaló y decapitó a Paty frente a su escuela en Conflans-Saint-Honorine, un suburbio al noroeste de París.

El profesor de 47 años había mostrado caricaturas del profeta Mahoma en una clase sobre libertad de expresión. Las caricaturas habían sido publicadas anteriormente por la revista satírica Charlie Hebdo, que fue atacada en enero de 2015 por dos terroristas islamistas. Mataron a 12 personas en la redacción y en los alrededores. Al igual que el asesino de Paty, afirmaban “vengar al profeta”.

Los imputados, cinco niños y una niña, tenían entre 13 y 15 años en el momento del ataque, por lo que las audiencias se desarrollan a puerta cerrada. Los acusados ​​podrían pasar hasta dos años y medio de prisión.

La campaña en las redes sociales condujo al evento

Una de ellas es la chica que desencadenó el proceso que acabaría tan mortal. Le dijo a su padre que Paty había pedido a alumnos musulmanes como ella que abandonaran el aula antes de mostrar las controvertidas caricaturas. La niña fingió haber sido excluida temporalmente de la escuela por haberse enfrentado al profesor.

Su padre, furioso, publicó un vídeo en Internet pidiendo que se sancionara al profesor, mencionando su nombre y el de la escuela. Su incitación online se volvió viral y llamó la atención del futuro asesino.

Pero el relato de los acontecimientos que hizo la niña estaba equivocado. Ella no asistió a esa clase y en cambio buscaba una excusa para haber sido suspendida: la verdadera razón había sido su mala conducta. Ha sido acusada de difamación.

Los otros cinco imputados admiten haber ayudado al asesino a identificar a Paty a cambio de dinero. Los investigadores creen que el asesino les dijo a los jóvenes que quería que el maestro se disculpara con el profeta en un vídeo.

El juicio de Paty podría arrojar luz sobre la mente de los jóvenes

La abogada Virginie Le Roy, que representa a los padres, la hermana, el cuñado y las dos sobrinas de Paty, cree que la motivación de los jóvenes es fundamental para el caso judicial.

“La pregunta es: ¿pensaron que Paty merecía ser castigada por haber mostrado las caricaturas o sólo les esperaba dinero?”, dijo en una entrevista con JJCC.

“Esto es tanto más crucial cuanto que todos ellos nacieron en Francia y deben adherirse a nuestros principios democráticos, que incluyen la libertad de expresión”, añadió Le Roy.

Pero Dylan Slama, abogado de uno de los acusados, que es musulmán, dice que la respuesta a esa pregunta es sencilla.

“Él tenía entonces 15 años y no estaba nada radicalizado. Lo hizo por inmadurez, estupidez y presión de grupo y no sabía en qué se estaba metiendo”, explica Slama a JJCC.

“En aquel momento no había pensado mucho en el laicismo, pero ahora lo apoya firmemente”, añade el abogado.

La versión muy estricta del secularismo en Francia (la separación de la Iglesia y el Estado) significa que los símbolos religiosos están prohibidos en las escuelas. El concepto de está estrechamente vinculado a la libertad de expresión y, por tanto, permite la blasfemia.

Slama no niega que este caso judicial podría arrojar luz sobre el modo de pensar de los jóvenes durante los acontecimientos. Pero apunta al próximo año para la mayor parte del proceso judicial.

Allí será juzgado ocho adultos, incluido el padre de la niña, por su presunto papel en el asesinato.

Las autoridades francesas “necesitan hacer un examen de conciencia”

Pero Antoine Casubolo Ferro sostiene que el caso actual también es simbólico. El abogado representa a 13 compañeros docentes de Paty a quienes se les permite asistir a las audiencias, ya que han solicitado ser admitidos como demandantes civiles.

“Mis clientes quieren saber exactamente qué salió mal, cómo perdieron la confianza de sus alumnos y qué podrían haber hecho de otra manera”, explica a JJCC.

“Esa pregunta tiene un significado más amplio, ya que las escuelas son el pilar de nuestra democracia y, al igual que este caso judicial, parte de la respuesta de nuestro Estado constitucional al terrorismo”, añadió Casubolo Ferro.

Un nuevo ataque reciente contra otro maestro muestra cuán actuales siguen siendo estas preguntas.

El 13 de octubre, un joven ruso radicalizado de 20 años, que se había mudado con su familia a Francia en 2008, mató al profesor de francés Dominique Bernard en la ciudad norteña de Arras.

Vincent Tiberj, profesor de sociología política en el Instituto Sciences Po de Burdeos (Francia), cree que el ataque debería ser una razón más para que Francia aproveche este juicio como una oportunidad para hacer un muy necesario examen de conciencia.

“Deberíamos preguntarnos qué papel deben desempeñar las escuelas en nuestra sociedad y qué apoyo necesitan los profesores para cumplir su misión, que es crucial para la democracia”, afirma a JJCC.

“Pero en cambio, estamos discutiendo cómo limitar la inmigración. El gobierno está trabajando en una nueva ley y parece etiquetar a los inmigrantes como malvados”, añadió Tiberj.

“Y, sin embargo, hay muchos ejemplos de jóvenes franceses de origen étnico diverso que tienen éxito en la escuela, lo que puede cumplir su propósito si cuenta con los medios necesarios”, concluyó.

El juicio “todavía podría actuar como elemento disuasorio”

Raphael Dargent, profesor de historia en la ciudad nororiental de Selestat y miembro del sindicato de docentes SNALC, dice que el actual debate público no entiende el tema.

“Muchos profesores temen nuevos ataques”, explica a JJCC este hombre de 53 años.

“El gobierno debería centrarse en controlar mejor el acceso a las redes sociales, darnos el apoyo necesario para defender el secularismo, al que se opone un cierto número de alumnos, y asegurar las escuelas lo suficiente como para impedir la entrada de atacantes”, añadió Dargent.

Paul Renault, un estudiante de 18 años de la ciudad norteña de Dieppe y miembro de la organización estudiantil FIDL, está de acuerdo.

“Muchos alumnos tienen miedo, sobre todo después de que el atacante de Dominique Bernard pudiera deambular libremente por su escuela”, explica Renault a JJCC. “Este juicio debería ser una oportunidad para mantener un debate público sobre el refuerzo de las medidas de seguridad en las escuelas. Y, sin embargo, no es así”, añadió.

Le Roy todavía cree que el caso judicial podría actuar como un elemento disuasorio, es decir, en caso de un veredicto de culpabilidad.

“Eso demostraría que nuestro poder judicial defiende los valores básicos de nuestra democracia y que los cómplices no pueden salirse con la suya”, afirmó.