Op-ed: la política monetaria es el eslabón perdido en el impulso de defensa de Europa
Cómo financiar el rearmamento de Europa que ha dominado el discurso político en los últimos tiempos, particularmente desde la Conferencia de Seguridad de Munich en febrero, donde el mensaje de los Estados Unidos era claro: Europa debe asumir una mayor responsabilidad por su propia defensa.
La respuesta inicial ha sido fiscal. La Unión Europea ha defendido a Rearm Europe, un programa de rearme por valor de 150 mil millones de euros de inversión directa en defensa y una exención temporal de las reglas de déficit que podría desbloquear otros 650 mil millones de euros en un gasto de defensa nacional adicional.
Alemania ha prometido una mayor inversión, junto con otros países. Juntos, estos movimientos marcan un cambio potencial en la postura estratégica del continente y su arquitectura financiera.
Hasta ahora, el debate se ha centrado casi por completo en la política fiscal, pero lo que falta es una conversación paralela sobre el papel de la política monetaria, específicamente el papel del Banco Central Europeo (BCE), para apoyar esta transformación.
Espacio fiscal, precaución política
La decisión de la UE de suspender ciertas limitaciones fiscales entre 2025 y 2029 es bienvenida. Pero esto solo puede no entregar la inversión necesaria. Muchos estados miembros desconfían de aumentar los niveles de deuda, incluso cuando se permiten, particularmente en medio de los mercados de bonos volátiles y los presupuestos nacionales restringidos.
También hay un desajuste estructural: si bien la exención se extiende hasta 2029, los gobiernos nacionales están preparando presupuestos para el período 2026-2030. Las decisiones tomadas ahora afectarán el gasto mucho más allá del vencimiento de la exención, lo que lleva a una vacilación natural en la planificación de los desembolsos de defensa a largo plazo.
Incluso con el espacio fiscal formal, los países pueden tener dificultades para enviar la señal correcta a los mercados. En un entorno donde los gobiernos de la UE se han comprometido a una reducción gradual de la deuda, los inversores pueden castigar a los estados que aumentan simultáneamente el gasto de defensa.
La historia muestra que los miembros de la eurozona son muy conscientes de su exposición a los mercados de bonos y las agencias de calificaciones, y actuarán con cautela como resultado.
El peligro es que esta precaución dejará a Europa poco equipada. En el entorno de seguridad actual, los compromisos financieros abstractos no son suficientes. Lo que importa es la entrega: sistemas de defensa aérea, municiones, logística y preparación para el personal.
Si estos no se materializan dentro del próximo ciclo presupuestario, será un fracaso de política histórica enraizada no en la intención política sino en la desalineación institucional.
Un caso para la alineación monetaria
En momentos de crisis, la política monetaria ha sido históricamente el primer respondedor de la UE. Cuando Covid-19 llegó a principios de 2020, el BCE lanzó su Programa de compra de emergencia de pandemia (Pepp) incluso antes de que se acordara cualquier mecanismo fiscal como NextGen EU. Junto con la suspensión del pacto de estabilidad y crecimiento, este movimiento calmó los mercados y creó el espacio para la coordinación de políticas.
La rápida acción reafirmó la capacidad del BCE para actuar de manera preventiva y pragmática, incluso cuando se incomoda con la percepción de “propagaciones de cierre”. También recordó a los responsables políticos del mandato secundario del Banco Central: apoyar las políticas económicas generales de la UE.
Si la acumulación de defensa de la UE ahora representa un objetivo económico y político definitorio, el BCE debería considerar cómo puede apoyar este objetivo dentro de su mandato. No es difícil imaginar un escenario en el que los rendimientos comienzan a aumentar para que los Estados miembros inviertan fuertemente en defensa.
El BCE debe estar preparado para actuar decisivamente en tal situación, tanto para estabilizar los mercados como para preservar la integridad de una agenda estratégica compartida.
Herramientas y voluntad política
El BCE ya tiene mecanismos a su disposición. El instrumento de protección de transmisión (TPI), creado en 2022 para prevenir la fragmentación injustificada en los mercados de bonos, podría adaptarse o desplegarse en contextos relacionados con la defensa. Alternativamente, podrían considerarse programas de compra de activos dirigidos o mecanismos de refinanciación condicional, especialmente si los picos de gasto nacionales se perciben como temporales y vinculados a objetivos europeos más amplios.
En su forma actual, el BCE enfrenta ciertas limitaciones a su poder. El cuerpo se centra principalmente en la estabilidad de los precios y no puede financiar directamente a los gobiernos estatales miembros. Ha habido intentos en el pasado para desafiar los derechos del BCE para participar en los mercados secundarios de bonos.
Toda la posición de la institución depende de su insularidad de la política y los objetivos de política que pueden percibirse como temporales. Por lo tanto, el verdadero desafío puede ser político, no técnico.
Si bien el BCE ha demostrado flexibilidad durante las crisis anteriores, alinear la política monetaria con los objetivos de defensa plantea preguntas sobre su posicionamiento institucional. ¿Se puede utilizar la autoridad del BCE al servicio de un imperativo estratégico compartido? ¿O permanecerá desacoplado estructuralmente de una de las transformaciones más importantes en la historia de la Guerra Fría Europa?
Hacia la coherencia institucional
El momento actual presenta una rara oportunidad para repensar los límites de larga data entre la política fiscal y monetaria. Una amenaza militar genuina para Europa es uno de los pocos escenarios en los que la emisión de deuda mutua, la agrupación de capital y la adquisición centralizada pueden, y deberían, ser legitimadas a escala.
La misma lógica debe aplicarse al BCE. Sus acciones deben coordinarse con los objetivos políticos del continente, especialmente en el ámbito de la defensa. Si la política fiscal avanza mientras la política monetaria se queda atrás, Europa corre el riesgo de construir castillos en arena.
Rearming Europe no es solo un ejercicio presupuestario: es una prueba de coherencia institucional. Para que este proyecto tenga éxito, todos los principales instrumentos de la UE deben moverse en alineación. Eso incluye el banco central.
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