Artículo de opinión: Maroš Šefčovič puede tener el trabajo más difícil en la UE
Las cosas se ven sombrías para la Unión Europea. Hacia el este, China ha comenzado a apoderarse de industrias que alguna vez dominaron los países europeos. En Occidente, una segunda administración de Donald Trump para Estados Unidos parece dispuesta a tratar a la UE como a un adversario en lugar de a un amigo.
Para colmo de males, los precios de la electricidad que alguna vez fueron una ventaja para la UE se han disparado desde la invasión rusa de Ucrania. Siguen en un nivel insostenible para las industrias de uso intensivo de energía en las que destaca el bloque.
En este contexto, Maroš Šefčovič ha asumido el papel de comisario europeo de comercio y seguridad económica. Su trabajo es ayudar a garantizar la estabilidad económica de la UE.
¿Qué es la seguridad económica? No existe una definición universalmente acordada, pero el concepto generalmente se entiende como asegurar cadenas de valor resilientes que puedan resistir shocks, mientras se desarrollan herramientas para disuadir a los rivales de socavar los intereses económicos de uno.
La UE está luchando por despegar en el primer punto. El bloque depende enormemente de terceros países para obtener materias primas críticas, un componente clave para tecnologías más limpias. China tiene un control estrangulado sobre la minería y el refinamiento y no teme utilizarlo para su ventaja estratégica. Recientemente, cortó el suministro de ciertos materiales a Estados Unidos en medio de controles cada vez más estrictos a las exportaciones de tecnología de semiconductores.
Para Šefčovič, fortalecer la resiliencia de las cadenas de valor de las materias primas será una tarea de enormes proporciones. Los proyectos mineros son impopulares y es poco probable que se abra una ola de nuevas minas en todo el bloque. Esto significa llegar a acuerdos con industrias mineras en países africanos y otras regiones, muchas de las cuales están plagadas de abusos laborales y de derechos humanos.
La obtención de materias primas es un importante impulso detrás del acuerdo de libre comercio del Mercosur con América Latina. Sin embargo, el acuerdo ha expuesto otro desafío a los esfuerzos de Šefčovič: la división interna. No todos los países miembros quieren el acuerdo comercial; Francia está a la cabeza de ellos.
Existe un desacuerdo similar cuando se trata de China. Hungría, por ejemplo, es un receptor de inversiones chinas en la cadena de valor de los vehículos eléctricos y no ve ningún valor en enemistarse con su socio asiático más grande. Alemania también votó en contra de imponer aranceles a los vehículos eléctricos chinos subsidiados, por temor a que su industria automotriz enfrentara represalias.
La falta de unidad subraya la dificultad que tendrá Šefčovič para identificar y desplegar una disuasión real contra los rivales de la UE. Las compensaciones entre prosperidad y seguridad económica serán cada vez más pronunciadas en los próximos años.
En la reciente Declaración de Budapest, los estados miembros de la UE acordaron que “la necesidad de una respuesta unificada nunca ha sido más apremiante”. Es poco probable que esas palabras se conviertan en acción en el corto plazo.
No importa cuánto intente Šefčovič preparar a la UE para un enfrentamiento con rivales globales, la disuasión en última instancia requiere unidad, de la que la UE carece gravemente en este momento.