En el fondo acecha la amenaza de que si Israel comienza a perder, puede utilizar ojivas nucleares, y la memoria viva del Holocausto en este país nos hace creer que en una situación final no dudaría en lanzarlas.
una cosa muy incomoda
Temprano en la mañana del 22 de septiembre de 1979, un satélite estadounidense que se encontraba sobre el Océano Índico observó una llamarada cegadora en el borde del horizonte. Dieciséis años antes, en Moscú, representantes de la URSS, Estados Unidos y Gran Bretaña firmaron el Tratado sobre la prohibición de los ensayos de armas nucleares en la atmósfera, el espacio ultraterrestre y bajo el agua. Uno de los elementos del tratado fue el programa del Hotel Vela. Las superpotencias han desplegado una red de satélites artificiales en la órbita de la Tierra que pueden detectar una explosión nuclear. Se volvieron aún más necesarios cuando China y Francia se unieron al grupo de países con arsenales nucleares. Luego, en 1968, los países con medios de destrucción masiva impusieron conjuntamente al mundo el Tratado de No Proliferación. Los satélites del Hotel Vela monitorearon el mundo, asegurándose de que se cumplieran los tratados.
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